miércoles, 26 de marzo de 2014

DE LAS REDACCIONES SOBRE LA CRISIS Y EL NIÑO 23...

Ya hablé de este niño en una Tubinga anterior. Fue tan tierno escuchar sus opiniones sobre la crisis en esa pieza memorable de El Intermedio (en dos partes) que hoy lo he estado buscando por la red hasta dar con él y hacerle el retratillo de arriba. No sé su nombre, pero lo he llamado Niño 23. La edad exacta que tendrá cuando se acabe la crisis, según él, vete a saber con qué peligrosas matemáticas y con qué sociología de recreo. Personitas así te reconcilian con el mundo. Personitas de verdad y con palabras de verdad. Así que ver en la vida real a un personaje como los que yo había estado inventando en todas mis redacciones de la crisis me ha dejado absurdamente feliz... Feliz de estar en sintonía con él... Feliz de que haya tan poca o ninguna diferencia entre todo lo que dijo en El Intermedio mi último héroe civil, el Niño 23, y todo lo que dijeron mis personajillos en las siete redacciones de "La Crisis" que han ido apareciendo en este blog desde el verano del 2011. Macroentrada, pero creo que merece la pena...

sábado, 18 de junio de 2011


REDACCIÓN: LA CRISIS (7)


La crisis nosotros vinimos de Rumanía porque había crisis en rumano y luego por culpa de aprender español la crisis se vino corriendo y nos encontró a todos: hola, familia Popescu, ¿quién es esta niña nueva tan pomposa?, la pequeña de los Popescu (yo), que no tiene dos cabezas pero tiene doble nacionalidad, la española y la de meterse el dedo en la nariz en rumano. Por eso la crisis en español es guay. La crisis de la fresa, la crisis de la uva, la crisis de la aceituna... Pero a mí la temporada que más me gusta es la cosecha del semáforo porque me gusta volver a casa oliendo a jabón y a gasolina refinada como el muñequito de un Mercedes, aparte los cleenex y el cubo con agua y cepillo de que te digan siempre que no, como si al coche no le hiciera falta un estiramiento de brillos... Otra cosecha en crisis que me gusta es la caída del cartón. Papá me sube a la parte de atrás de la camioneta con mi hermano Román y yo me dejo enterrar debajo de los cartones de juguetes el día después de los reyes magos españoles (en Rumanía los regalos nos los trae Drácula). Le pregunté a mi padre y pagan lo mismo por el cartón bonito de una muñeca que por el de una caja rota de plátanos y no es justo, señorita. Por lo que pensará la muñeca y porque a los plátanos les da lo mismo y encima estriñen.

miércoles, 15 de junio de 2011


REDACCIÓN: LA CRISIS (6)



La crisis en España está muy mal pero peor sería en Senegal, que entonces estaría muy bien tener dos o tres parados en cada familia porque entonces seríamos ricos. En Senegal. En España no, aunque un pobre come y bebe y fuma y se ríe y ve la tele en los bares aunque esté en crisis. Yo se lo he contado a mi primo Abdul, en Dakar, por el Skype, y no se cree que en España cuando hay crisis tiran las verduras por camiones en las plazas y delante de los edificios con banderas. Por eso Abdul no se cree que en España la crisis es al revés, ni lo de las risas, ni lo de la tele, ni lo de las verduras por los suelos. En España la crisis es culpa de la gente de chaqueta y corbata y parece que les ha pillado de sorpresa. En Senegal siempre hemos sabido que las crisis son siempre por culpa de la gente de chaqueta y corbata, por eso a mi padre le gustó tanto ver gente medio en pelotas en la playa a la que llegó su cayuco y por eso tuvo tanto miedo cuando vio al primer español de chaqueta y corbata. Mi padre dice que intentó avisar a un policía de lo que iba a hacer ese español de chaqueta y corbata, pero que no le hicieron caso, le dieron un bocadillo de mortadela, una fanta caliente y a correr millas, que fue lo que hizo en cuanto se despistaron los de la cruz roja. Él ya sabía que la crisis era cosa de chaquetas y corbatas. Yo, a la que crezca, me voy a comprar una chaqueta y una corbata para acojonar a la gente. Si queda alguno, porque dice mi padre que ahora todos los españoles se están yendo en cayuco a Francia, a Alemania y a otros sitios peores. Que no les pase nada y no haya que bucear por los Pirineos para recoger los cadáveres, que hacen tan feo en las playas del Mediterráneo en temporada alta de las cordilleras por culpa de la emigración, y de la crisis, señorita. Abajo le dejo el teléfono de mi amigo Abdul y usted se lo explica por el Skype (es gratis, lo mejor de España), que a mí no me cree.

martes, 14 de junio de 2011


REDACCIÓN: LA CRISIS (5)


Retrato a la Wacom (óleo y dedo de arrastre) de un wallpaper (Cute Funny Child) que me gustó.

Gracias, copyleft, majetes.



La crisis de la crisis sabe mucho mi hermano Teto que antes de la crisis no quería trabajar y ahora tampoco con la diferencia de que ahora tiene excusa. La crisis es el dinero que no hay pero también el que no va a haber, que es como no tener dinero dos veces y a lo mejor lo entiendo cuando sea mayor y no tenga dos veces el dinero que ahora tampoco. Eso si no eres griego, que es peor y no tienen dinero muchísimas veces más que nadie y hasta van a tener que vender parte del mapa para que el mapa siga entero y eso tampoco lo entiendo. Con la crisis aprendes palabras nuevas como la palabra producto interior bruto (que es como nos ven los demás por fuera y eso ya es ensañarse), la palabra burbuja inmobiliaria (que son las pompas que sueltan los ladrillos cuando la economía se calienta, dice mi padre) y la palabra antidisturbios. Yo pensaba que antidisturbios era todo el mundo, empezando por mi madre y terminando por el maestro, pero dice mi hermano Teto que los antidisturbios son los muñecos esos articulados que salen por la tele de dentro de una furgoneta y que se lían a pegarle con un palo a la gente que ven junta. Mi hermano Teto también dice que un indignado se convierte inmediatamente en un endiñado si se despista, fallo que a él le pasa siempre lo mismo con el cumpleaños de su novia que las veces que viene de cantarle una serenata al alcalde con un ojo morado. Si fuera alcalda, yo lo entendería, pero siendo alcalde varón, normal que te endiñen con el producto interior bruto, señorita.

martes, 7 de junio de 2011


REDACCIÓN: LA CRISIS (4)


Redacción de la crisis. Yo la hago, señorita, pero la crisis la redactan mejormente los bancos y los de arriba, dice mi padre. No la señora Eugenia, que vive arriba con sus tres hijos parados y su marido de larga duración, aunque sin embargo si ella tuviera que redactar la crisis, lo hacía gritándole a la tele cuando los informativos todos los días, que la señora Eugenia lo que escriba me río yo porque una vez le hice la lista de la compra y una bolsa de madalenas la había puesto con la b baja y la g de Llirona. Y en función de que no redacten la crisis los bancos o los de arriba sin la señora Eugenia, yo de la crisis me sé que mi padre le ha quitado la bombilla a la nevera para ahorrar dos cosas: ahorrar la luz que gasta y ahorrarnos ver que no hay nada encima de los alambres, que parecen el tendedero de uno que no tiene ropa. Eso y que a mi hermano raro le han quitado la beca del comedor y ahora se viene a babear a casa y a mí me toca sólo medio huevo frito y cuando hay tortilla de patatas el cuarto de hora que sobraba ahora ya no sobra y se lo come él. A su manera, pero se lo come él. Ya con la mierda de la redacción de la crisis, y no me importa suspender.

lunes, 6 de junio de 2011


REDACCIÓN: LA CRISIS (3)


La crisis hay muchos tipos de crisis, pero la que más me gusta a mí es cuando dicen que hay crisis de valores, que es cuando faltan los valientes y hay mucho cobarde. Yo a mí me gustan más los cobardes porque dejan vacío el recreo y hay más sitio. Yo otra crisis que mí me gusta también es la crisis económica porque es más barata, señorita.

domingo, 5 de junio de 2011


REDACCIÓN: LA CRISIS (2)






La crisis es muy importante y es como Dios, que está en todas partes y te castiga. Y lo mismo que Dios está hecho a nuestra imagen y semejanza, y todos tenemos que ser viejos con barba y un ojo equilátero encima, de la crisis también hay estampitas, las cuales son las siguientes y las enumero: la segunda ventanilla del cajero sin cajero de las sucursales de los bancos (una), los cachorros de las tiendas de animales se hacen grandes en el escaparate (dos), la hora muerta de todos los bares (cada uno con la suya) ahora es una carnicería de tres o cuatro horas (tres), ha vuelto el robo de bicis (cuatro), la gente se junta para acordarse de cuando eran marqueses (cinco), a mi padre le dura más una cajetilla de tabaco (seis), y otras muchas más que a lo mejor no son estampitas del infierno pero que también son tristes y son como fotos de familia en la cola del paro, delante del sorteo de la tele, de la boda de la tele y del mapa del tiempo de la tele, que tampoco hace poner buena cara a la gente por mucho que haga sol, que se case contenta una millonaria o que le toque el décimo otra vez a un político de mierda, señorita, y los hombres y las mujeres normales sin poder trabajar.