jueves, 3 de marzo de 2016

INJUSTICIA POÉTICA


Hay maneras de encarcelar injustamente a la gente. Maneras de encarcelar criminalmente. El rabotazo de enfado e impotencia de un estado de derecho suele expresarse así cuando las leyes no funcionan sin hacer malabares o sin sacar un cuervo negro debajo de algún pañuelo del código penal. Tachán, muslo del fiscal ayudante en el escenario, y magia potagia del mago Mr. Trena. Luego vienen las disculpas y los meados de culpa, pero los barrotes estuvieron ahí, con toda su arbitrariedad, su venganza y su ilegalidad. Es lo que parece haber pasado con el tipo de arriba, Arnaldo Otegi, que se ha comido más de seis años de trullo mágicamente. Por injusticia poética. Y por las veces que se ha abrazado con asesinos y los ha apoyado sentimentalmente, supongo que hemos estado mejor estos años con el pavo entre rejas vigilado por un cuervo negro completamente inconstitucional, aunque no esté bien reconocerlo. Me pasa mucho en Lavapiés, cuando pierdo de vista a algún menda durante años: que sé que se ha muerto o que ha estado pasando algunos añitos en el "colegio". Casi nunca me pregunto si es justo que se haya muerto o si es justo que a alguien le quiten la libertad por robar en una tienda cuando su verdadero crimen es ser más malo que un spray de vinagre, por dentro y por fuera, aunque la figura no aparezca en ningún código para encarcelar bichos.