jueves, 1 de octubre de 2009

SIESTA

A uno de octubre, todavía estoy a tiempo de poder decirlo: que no nos den los Juegos Olímpicos. Que no sea este infierno de obras, políticos corruptos y funcionarios mediocres el premio a esta bendita ciudad de mierda por no tener chulapos terroristas ni más malasañas con tijeras contra los hijos de puta. Que no nos den los Juegos Olímpicos: que se los den a la pacífica Río de Janeiro, a la honesta Chicago, a la dichararera Tokio. Que se metan los jueguecitos por el culo con el dedo índice de la popularidad.