martes, 28 de junio de 2011

CÓMO SER UN HIPERREALISTA ADVENEDIZO: ANTONIO LÓPEZ EN OCHO PASOS







Nos procuramos una foto previa del modelo. Antonio López en la plaza del Pilar de Zaragoza, cortesía googleiana del Heraldo de Aragón. Una foto con buena definición (1,1 megas) que se copia y se pasa al Adobe. Se enmarca la cara del amigo Antonio, se abre paralelamente un lienzo en blanco con sus mismas medidas y comenzamos.




PASO 1: Se aboceta a lo canalla con óleos y lápices. Aquí es donde las proporciones lo son todo. Es más importante respetar la distancia de la visera a la nariz o la longitud de la sonrisa que pararse en mientes de si el color está siendo el adecuado. Nótese el estupendo y alentador aspecto inicial: parece Cary Grant de municipal maño.









PASO 2: Nos marcamos el objetivo de la sonrisa, por agarrarnos a alguna esperanza. Ahí hay mucho de Antonio López (creo que a cualquiera puede reconocérsele fácilmente por la sonrisa). Una sonrisa por aproximación es siempre mejor que una mueca concretísima. Si los ojos casan con esa expresión de alegría natural, vamos bien.



PASO 3: Insistimos en la sonrisa. Ahí está Antonio López entero, así que merece la pena. No vale un vago aire a "sonrisa Antonio López". En Vitaldent deben reconocer esa dentadura sin dudar un segundo, de modo que hay que ir diente por diente, y para ello se usa la tecla del zoom in sobre la foto, claro (tecla abreviada "z"). Se remata con un poco más de ropa, por descansar de la ortodoncia y del desconsiderado uso de óleos amarillos y marrones. No es culpa mía, maestro. En una agencia de publicidad ya usarían el Photoshop para lo que suelen usarlo, pero mi casa es distinta.









PASO 4: Marcamos mejor las sombras de las mejillas y las arrugas de los ojos (esa experiencia feliz) y le ponemos muestras de tejido a la gorra. Para mí que es pana.



PASO 5: Cambio el óleo por un spray suave para la cara. A ese pincel-spray en concreto lo llamo "salpiel", que, como puede comprobarse, también me sirve para darle el aspecto cutrecillo a la cazadora. Hacía frío en el Pilar, ¿eh?




PASO 6: Las arrugas de los ojos son fundamentales. Hay que marcarlas bien con un pincel de medios tonos (también sirve para iluminar si se pincha al mismo tiempo "alt") y luego arrastrarlas con un punterillo de arrastre, como su propio nombre indica. Su forma de dedo acusador puede ser demoledora si no se suaviza. Yo suelo usar un 40%, aunque haya que hacer más pasadas. Las puntas del lápiz se gastan aquí una cosa mala.








PASO 7: Mejor definición de ropa y gorra. Hay que perfilar todas las sombras y brillos de la cara como si le estuviéramos dando masaje en una peluquería, preparando el paso 8. Prácticamente aquí es donde se remata el retrato al uso, pero para ser un hiperrealista advenedizo es imprescindible usar al máximo los achiperres informáticos que Dios nos ha dado (y el Ares y el JDownloader...).





...y PASO 8: el mismo paso de los maestros jugueteros, que es cuando terminan el muñeco por la vía capilar, esto es, completar la cosa poniéndole al retratado pelo realista en las sienes (lápiz de 3 pixeles y 50% de dureza) y desafeitándolo con un pincel de salpicaduras (puntos negros y puntos blancos al 40%). Lo intenté con un pincel de doble mojadura (blanco y negro), pero quedaba mal. Los pelitos blancos saltones (también a lápiz, un 2 pixeles y 30 de dureza) han quedado efectistas de la leche y le dan el aspecto desaliñado de la foto. Casi literal. Para rematar virguero, un poco de textura porosa en la piel (incorrecciones sombreando con pincel de espurreado suave) y la firma en seudónimo bloguero: Lowon 11. Pinchad con el puntero para ampliar y no ha quedado nada mal... Maldita sea, compruebo que no se puede ampliar desde fuera. No sé por qué... A veces pasa. Entonces, guardar imagen como y ampliar a mano. Qué rollo. Bueno, amplío yo en la edición y ya está... Un "Antonio López" que se ha hecho de cinco de la mañana a nueve, más o menos. Cuatro horas, el programa Adobe Photoshop CS, una tableta Wacom Bamboo y estas manazas de estibador...



¡¡Ánimo: tú también puedes ser un hiperrealista advenedizo y asombrar a tus amistades!!



Esta vez no ha pasado, maestro López, pero le confieso que cuando más disfruto es pintando comida (antes era pintando titis y churris en pelotas o casi; todavía lo paso bien pintándolas, pero se ve que me estoy haciendo mayor). Con la pintura de comida acabo con un dolor de estómago tremendo, de tanto salivar. Y reconózcame, don Antonio, que no es lo mismo pintarle los brillos a una sandía, que hurgarle a usted en la placa dental... Con todo, pienso ir en breve a la Thyssen a ver qué anda enredando usted por ahí.


Un abrazo, y gracias por el buen rato.