miércoles, 9 de julio de 2014

EL PRESIDENTE DEL TRIBUNAL DE CUÉNTAME


Don Ramón Álvarez de Mirinda, el presidente del Tribunal de la Cuenta de la Vieja, está en contra del nepotismo, para empezar porque él odia a sus sobrinos. Tampoco está muy a favor de la familia en general, por lo que supone de gracias a la vida, que me ha dado tanto. Ni de los allegados, esa nebulosa de prójimos próximos que a saber qué es lo que ignora de la vida y cuánto quiere cobrar por ello. Por el contrario, Don Ramón Álvarez de La Monda es partidario, y hasta partidista, de que todos los puestos de trabajo de su negociado se cubran por riguroso turno de incompetencia para las tareas a desarrollar y una puerta giratoria de secretarias afines que reciban el título de ingenieras informáticas por el mismo proceso de selección natural con que a los sapos en los cuentos los promociona una varita. En su comparecencia de ayer para explicar el supuesto rango de harén cortijero que ha adquirido con el tiempo el Tribunal de Cuenta Tres y Llévate cinco, Don Ramón Álvarez de Mi Sonda aclaró que en la institución que preside jamás se ha contratado a dedo a familiares, allegados o huríes sindicales anexas, por la sencilla razón de que él carece y carecerá de dedos índices, tal y como demostró enseñándoselos a todo el mundo (momento que recogemos en la ilustración) en un alarde de transparencia democrática y toreo abstracto que hizo llorar lágrimas de emoción a todos los políticos que, a su vez, tampoco lo habían colocado a dedo en el cargo.