domingo, 14 de mayo de 2017

EL PEPINAZO


Mientras aquí pasábamos el hueso de la transición con El Rey del Pollo Frito, antes, durante y a la postre un impostor con diminutivo, en Portugal cantaban "Grándola Vila Morena" con la voz serena de Jose Afonso y se zampaban unos pollos asados riquísimos, los "frangos". Hoy en día, nosotros seguimos en pleno franquismo virtual, mientras que a los portugueses su "franguismo" sociológico no les impide tener un gobierno de izquierdas que le planta cara al neoliberalismo de Europa. Así pues, y por un millón de razones más, admiración y entrega por Portugal como nunca. Qué país, vive Dios. Pero a esto de la política y de la gastronomía portuguesas, mi fervor lusitano, hay que añadir la pirueta poética que sucedió anoche en el escaparate de la tontería que es el Festival de Eurovisión... Un palmetazo encima del mapa que hizo respingar a todas las capitales. ¿Cómo? ¿Quién? ¿Con esa canción? Pues sí, señores. Lo hicieron. Y me ha dado por pensar que lo que pasó anoche en ese escenario tontuno de Eurovisión fue algo parecido a lo que conseguimos nosotros una vez hace algunos años..., pero durante unas maniobras de la OTAN... Les pongo en situación. Aguas territoriales españolas, en algún punto de la costa de Cádiz. Barcos ultrasofisticados de los gringos, de los ingleses y de los franceses. Ejercicio táctico de infiltración naval y un señuelo de tecnologia punta para sortear la defensa submarina del enemigo. Como primera prueba, y para no correr demasiados riesgos con el cacharro multimillonario, el submarino al que tenían que despistar "que fuera uno español". Para ir haciendo boca e ir ajustando. Porque los submarinos españoles tenían, y tienen, fama mundial. Los conocen perfectamente los rusos, los chinos, los coreanos, los americanos, los ingleses, los noruegos... Cuando les toca hacer la patrulla en el Estrecho de Gibraltar (patrulla periódica y predecible, por supuesto) estos señores los escuchan venir nada más que desatracan en Cartagena, tal es el sistema de navegación sumergida "discreta" del que disponemos. Como un tractor en una piscina. Así que cuando el heroico submarino español va llegando a la zona a ver si localiza a los malos y los espanta como a morenas enrocadas, los otros submarinos tienen que desconectar sus sistemas de radar de última generación porque, de lo contrario, el "sigilo" de los españoles les revienta los tímpanos, les funde los cables, y los jode pa' vino como un trompetazo de verbena en la oreja de Stradivarius... Con estos antecedentes, y con la tripulación española consciente del "prestigio" del que goza entre los otros pijos subacuáticos, ahí que nos sueltan el señuelo ratonero de los mil millones de dólares y quinientos expertos en guerra electrónica detrás, que seguro que cuela a la primera y ya lo probaremos mejor contra otros sistemas más modernos y otra marinería de más nivel. De repente, desde el buque insignia (creo que americano), el mando que coordina el ejercicio detecta que el submarino español ha desconectado todos sus sistemas de radar, como Luke Skywalker en el asalto a la Estrella de la Muerte. "High Almiral  a Barracuda, High Almiral a Barracuda" (un decir) "Ha desconected usted all de radar sistem. Why?". Silencio de los españoles. Estos estúpidos. Se han dado por vencidos... El señuelo va, el señuelo está llegando, el señuelo está pasando, el señuelo va a ser todo un éxito... Y de repente, pepinazo. Kabum. El cacharro hecho viruta y mil millones del Pentágono a tomar por saco con un torpedo español a ojo... Todavía hay inteligencia militar sobre el asunto y quién cojones fue el tío flamenco que contó con los dedos al lado del botón rojo. El menda al que acompañó la Fuerza, o al revés, con un chupito de orujo, god dammed... Risas aparte, y no tan aparte, algo parecido fue lo que consiguieron anoche los portugueses con su torpedo Salvador Sobral, arriba, un friqui friqui de los de verdad (en el sentido positivo), y no de los de escuela de diseño Oig. Con su marcapasos, sus hernias, una adicción a las drogas en Baleares que le ha dejado secuelas de performance y libre albedrío, y la canción abisal que le compuso su hermana: "Amar pelos dois". En portugués y sin gallo de Barcelos, gallo que sí lo tuvo el nuestro en inglés (¿Barceling?) y que lo llevó hasta la última posición. Swing, pop, crooner, casi jazz, "Amar pelos dois", ahí estuvo Salvador Sobral cantando como los ángeles drogados para soltarle un pepinazo maravilloso a la línea de flotación de la Europa más hortera y sobreactuada. Bueno, en Kiev. La OTAN o el Pacto de Varsovia, qué más da. El caso es echarse un cigarrito de después, como lo hicieron nuestros chavales del Barracuda (un decir) y como seguro que hoy lo está haciendo todo Portugal, entre carcajadas. Pelos dois.