martes, 14 de mayo de 2013

REDACCIÓN EL VERANO


El verano es muy bonito y en contradicción con la primavera, que te acentúa las carencias, el verano te las deja en pelotas. En verano pasa todo lo que no había tenido tiempo de que pasara el resto del año, señorita, por eso los días de verano son más largos y a las noches se les deja tan poco margen que todo el mundo se apelotona ahí para que les pase rápidamente lo que han estado planeando y organizando durante el día como si fueran generales de división aunque luego todo se resuelva en una bofetada o en un camión de la basura tocándote el pito o en una melancolía de cuento con final triste y tú durmiendo debajo de una tumbona, en el sentido de mueble, no de cosa viva. En el verano mucha gente se acerca más bien a la playa, y los que no pueden más bien a la montaña, que es el sitio donde una tumbona ya es cosa de enfermos y los cubitos de hielo van por fuera de los cubatas hasta en Agosto. Todo esto según mi padre, señorita, que yo no le veo la tristeza a dormir debajo de una tumbona en el sentido de mueble ni la derrota a que te toque el pito un camión de la basura, que ya me gustaría a mí. Dice mi padre también que le ponga que a la sensación térmica en verano se la mide por la espuma que echa uno orinando a la pata coja y que la otra sensación del verano es que todas las conocidas están más gordas y las desconocidas estupendas. Sin punto de comparación, señorita. Y que todos los veranos lo son en función de un verano mítico que hubo y que ya no es lo mismo, o por rencor o por nostalgia, pero yo ya no sigo más que esto es una redacción de lo bonito que es el verano y no un dictado de lo tonto que se pone mi padre cuando agarra la bota de vino porque este año nos toca pasar quince días otra vez con la abuela en el pueblo, que de aburrido que es ni tiene montañas ni gente muriéndose al aire fresco, sensación térmica mojama, dicho por todo el mundo del pueblo que digo, cuando dicen, que es casi nunca o por lo bajo.

UNA COPA DE VINO ESPAÑOL



El otro día A. hizo una incursión en el Corte Inglés y pudimos abrir sentimentalmente una botella de Solagüen, por nostalgia. Y nos acordamos de ti, Germán, a tomar viento en Costa de Marfil. Qué lejos está Labastida de Abidjan. O como diría El Lagartijo: "Labastida está donde tiene que estar. Lo que está lejos es esto". Tú echa de menos la parte de España que quieras, que la otra va estando para los zorros y con el paso cambiado, pero aguantamos. Ahí te mando una botella con estas manitas y una ruta de copas  en el mapa hasta África (así engañaron a la Legión, me parece, o como poco a la cabra), y ya sabes que también es camino de vuelta. Un abrazo, amigo. Un beso a Mae. Que nos veamos pronto. Suspiros de España. Suspiros de África.