jueves, 30 de enero de 2014

HORACIO MARTÍN NO


Ha muerto Felix Grande y duele como si se hubiera muerto alguien mucho más cercano y más importante que el hombre que se ha muerto. Y no digo bien lo que siento. Félix Grande era mucho más para mí que él mismo o sus palabras en un papel. Todo lo que está doliendo ahora es esa distancia de significado que no sabía que tenía desde que lo busqué hace ya tantos años y le pude hacer aquellas preguntas temblando en su despacho de Cuadernos Hispanoamericanos. Por las aceitunas que luego vinieron en el colegio mayor colombiano. Por "Biografía". Por César Vallejo. Por Horacio Martín. Por todo lo que pueden seguir haciendo tus versos todavía en el óxido de esta tierra a la que te acabas de añadir.

LA SUERTE DEL CONSORTE


Objetivamente, y tras un análisis espectrográfico de las fotos del matrimonio que forman Ignacio López del Hierro y María Dolores de Cospedal, podemos decir que estamos en presencia de una pareja de vampiros, una asociación de virus o una unión temporal de empresas acudiendo felices a un concurso de obra pública con las bases redactadas por ellos mismos y ningún otro matrimonio de depredadores a la vista. Cualquier otra consideración subjetiva (o menos científica) queda decartada a la vista de los once cargos de directivo con los que fue premiado el novio justo después de su boda con su amada María Dolores, la número 2 del Partido Popular ya por entonces. Uno de esos cargos, precisamente en la zona de moqueta de la Caja de Castilla-La Mancha, intervenida, pagada con nuestro dinero, fundida luego con otras cajas igualmente saqueadas, y transformada en el monstruo mutante y leproso conocido como Liberbank. La misma entidad que tenía al consorte fichado sin fichar y pagándole por nada 7.000 eurillos al mes. Comisiones Obreras se entera del caso del contrato inexistente, diferido y espectral, lo denuncia, y la gente empieza a mirar a la parejita como lo que siempre fue. Esos dos que cuando cruzan delante de un espejo tienen que acelerar el paso. Luego la rubia de bote se golpea contra un árbol y dice, con las comisuras oxidándole las orejas y el rímmel churreteándole la mirada fija en el vacío: "Tanto el señor Ignacio López del Hierro como yo siempre hemos actuado dentro de la legalidad". Ya está feo llamar "señor" a un tipo con ese aspecto de carterista de cruceros, pero llamarle "señor" a tu marido... Bueno, también es verdad que los vampiros se casaron en una notaría. Donde los negocios. A ver si con un poco de suerte (la que le sobra al consorte) el caso le toca no a un juez de paz, sino a uno de verdad, y el hombre tira de la mantilla. Y de la peineta. Y saca la estaca.