jueves, 9 de diciembre de 2010

DE BANGLIS, INSULTOS Y CACHONDOS.


Una ilustración muy apropiada para la serie "Mi Barrio", compartimento "Tiendas Banglis de fruta, verdura, gominolas, pilas y vino escondido", pero ha quedado fuera. Por tardía, pero sobre todo por realista. La llamamos "The corner" y es muy socorrida. Y socorrente. Y generosa. Buena pesca de pan crujiente a cualquier hora del día. Por mareas, incluso caliente. Y mandarinas como rodamientos contra el mal rollito. Husse me enseña achiperres de bangli de vez en cuando. "Jave ná": No quiero comer. "Cha pat sal": Café para llevar. "Pasaboro": Culo gordo (bueno, esto me lo enseñó Kauser)... Y la mejor de todas: "Dulabai", palabreja que me colaron como "Hijo de puta" y que empleé una noche en plena calle, muy cabreado, a pleno pulmón: ¡Dulabai, dulabai, dulabai...! ¡Hijos de puta, hijos de puta, hijos de puta! Pero todos los banglis que me escuchaban se volvían sonriendo y con carita de cachondeo. ¿Era porque escuchaban a un rostro pálido insultar en su idioma? Pues no, mire usted. Era porque lo que estaba diciendo era, sencillamente, ¡CUÑADO! Normal que se descojonaran de mí. Cachondos los banglis, oye. Luego ya me lo enseñaron mejor. "Argirbulá": Hijo de puta. Esta sí que sí. Y aseguro que no es lo mismo que el "hijoputa" distendido que se dice en Andalucía. Te lo escucha un bangli, aunque sólo sea para que te confirme la pronunciación, y palidece. Cómo respetan a sus madres y cómo ningunean a sus mujeres, los chavales de la aceituna. "Ecta ruti non banda": una barra de pan que no esté rota, Husse, salao. "Argi sú? Argi su ná". ¿Algo más? Nasti. "Bidai": Hasta luego, noruego.