lunes, 17 de septiembre de 2012

UN BARRIL CON LLAMAS PARA JOSÉ TOMÁS


Psicodrama colectivo en Nimes. Tarde de tripi taurino con José Tomás de camello oficiante. Le pagaron con once orejas y un rabo la lidia de seis toros, pero en el palmarés hay un indultado, por buenísimo para padre de toros buenísimos para toros de lidia buenísimos para padre... Y no me salían las cuentas. Salvando las mejoras que le meten todos los años a cada ganadería por la vía de la genética a la carta (cuernos de goma, morrillo con diana tatuada, lectura obligatoria del Quijote en la etapa escolar de choto, mirada tierna, andares urbanos), el número de orejas por toro venía siendo de dos. Toros estéreos. ¿Una oreja extra en el bolsillo del alguacil por si el presidente de la plaza se entusiasma y le da las tres orejas al diestro? Improbable, en época de recortes. Seis toros, doce orejas. Si indultas a uno, sólo te quedan diez orejas. Chúpate esa, informe Pisa. O le arrancó con los dientes una oreja al toro perdonado ("Para que te acuerdes de mí, mamón") o los números de los franceses estaban mal. Espera, que Nimes tiene un coso del tiempo de los romanos.  ¿No contarían en números romanos? VI toros. XII orejas. Nada que rascar por ahí. Oh, misterio insondable... He tenido que leer las crónicas esta mañana para enterarme de que al toro indultado le cortaron "simbólicamente" las dos orejas y el rabo. En "símbolo", parece que esas orejas también cuentan. Supongo que para el Pichichi de los toreros, o algo así. Ah, los símbolos... Cómo ha debido de gustarle la ablación simbólica de sus partes auditivas y espantamoscas al toro en cuestión. ¿Se lo comunicarían por señas, que es como lo entienden mejor los toros? Los dedos en tijera avisándole de la cosa simbólica, pero después de que le hicieran pasar por la nada simbólica puya del picador ni de los tres pares de banderillas de los pinches de la cuadrilla. Mucho símbolo, pero al toro lo mandaron para la enfermería, a broncearse con Betadine. "Estás perdonado. Ahora a ver si sobrevives a los recortes que hemos hecho en la Facultad de Veterinaria". Huy, no, que eso es Francia. A lo mejor allí sí pueden practicar con un pollo que no sea de plástico durante la carrera... Por las cosas simbólicas de este país, me vienen a la cabeza los últimos oficios de la Inquisición, a principios del siglo XIX (todavía). Ya no quemaban "de verdad" -gran progreso- sino que lo hacían "en efigie". Ponían al acusado en mitad de la plaza, le sacaban los colores enumerando sus pecados y crímenes contra Dios (puyas y banderillas verbales por practicar la medicina, la sodomía, la papiroflexia, la blasfemia como género, la Trinidad como duda o lo que fuese que cabreara a los curas) y luego lo metían en un barril decorado al guache con las llamas del infierno. Por malo. Por bravo. ¿Por qué no podrían torear a los toros nada más que "en efigie" también? Simbólicamente, como es toda la cosa estética que dicen apreciar del toreo los entendidos, la cosa litúrgica, la ceremonia. Teseo. El Minotauro. El Laberinto. El Oficio. El Santo Oficio y Cossío haciendo de Torquemada. ¿Cómo sería la cosa? Todo es ponerse, pero habría que meter al toro en un barril enorme donde previamente hemos pintado todos los horrores del infierno a los que se ha hecho merecedor por toro "bravo" y pecador: puyazos, banderillas, desplantes, espontáneos torpes, estocadas caídas, pinchazos, guardias civiles... Y todas las bendiciones del cielo que se ha perdido, también por toro "bravo": recibimientos a porta gayola, manoletinas, naturales, pases de pecho, trincheras, chicuelinas, adornados, delantales, estocadas hasta la bola y vueltas al ruedo arrastrado por cuatro mulillas cascabeleras. Pinturas y estampas taurinas que es a lo que va la gente a los toros en definitiva, puros y postines aparte. Ahora que lo pienso, ese barril enorme donde meter al toro para ajusticiarlo "en efigie" podría tener el tamaño exacto... de una plaza de toros. Precioso. El toro dando vueltas por el albero sin dejar de mirar en las tablas la liturgia de la que se ha librado (aguafuertes de Goya, pinturas de Solana, Casas, Sorolla, Zuloaga, Manet...) y la gente feliz leyendo su peso, su procedencia y su hermoso nombre de pecador cornudo mientras le gritan los oles y los bravos de rigor y una hija de banquero se queda embarazada con la mirada sinvergüenza del primogénito del Marqués de los Pedroches en Pepitoria. Y cada nueva temporada de festejos, pintores y estampas también nuevas, para que no decaiga la fiesta. En Nimes, por ejemplo, se pinta toda la barrera con estampas al óleo del matarife chamán de José Tomás en las seis faenas de ayer. Estética y nada más que estética. Toreo de salón... de arte. Sin muertos. Porque hay veces en que el resultado de la corrida es de 5 a 1. Y tampoco es eso. Seguro que José Tomás reaccionaría y pararía esta hecatombe. Y el toro que se viera en un cuadro de Botero, corría más ligero en la dehesa. Fijo.