jueves, 16 de julio de 2015

QUEDAN BENDECIDAS ESTAS AGUAS


A partir de hoy, día de la Virgen del Carmen, los niños pueden ahogarse tranquilamente en cualquiera de los mares patrios, que ya están bajo la bendición de la patrona y como que mueren con todas las garantías de salubridad cristiana. En pocas horas veremos el espectáculo de las procesiones marineras por el litoral ibérico (aquí "serrano" no puede hacer de segunda división: sierra, no beach). Barquichuelas y barquitos engalanados con sus mejores pintas de cunda a por chanquetes, oliendo a coñac y Barón Dandy, y arrojando salvavidas de flores a las aguas, boyas de Interflora con tarjetitas de felicitación romana: "Salve, Reina de los Mares". No sé si es por esto, por su lado Queen, que la Virgen del Carmen cuenta con tanto predicamento entre la comunidad gay, pero lo que no me explico, como tantas cosas del atrezzo cristiano, es que la peña esté encantada con venerar a estas muchachas del santoral, todas ellas vestidas como moras maltratadas psicológicamente y con la consecuente parafernalia integrista de velos, capuchas, hiyabs, kufiyas, y caritas blancas de Fez ya sea en Sevilla, en Málaga o en Santander, por más que Murillo las representara pisoteando medias lunas como clientas enfadadas con el desayuno. Todas vírgenes moras. O con un indudable aspecto de moras. Y los beatos venga a rezarle latinajos. Lo mismo que si ves a un moro poniéndole perejil a una figura del Cid Campeador... Sindioses de la misma categoría. Y me he acordado hoy de mi querida abuela, cuando se encomendaba todas las noches a la Virgen del Carmen antes de acostarse. Se persignaba tres veces. Tres veces exactas, medidas, y a la velocidad con que te salen los nudos marineros si eres una experta. Me ve la gamberrada de arriba y se me acabó juntarme con el Niño Chus en el rompeolas, que con esas cosas no se juega, ballestrinque.