miércoles, 2 de noviembre de 2011

CUANDO EL EDITORIAL ES EL PROPIO DESFILE

Hermann Tershchtshrsht iniciaba su telediario nocturno en Telemadrid con un ediorial siempre estimulante. Ese hombre sabía excitar. A la derecha la hacía salivar. A la izquierda la ponía de una mala hostia de lujo. Y a los que sólo querían un poco de información de su cadena regional antes de acostarse los camelaba que se los llevaban los demonios mascando las cortinas del salón. ¿Cuántos manifestantes ha dicho que estaban conmigo? ¿Me está inaugurando el cuarto hospital de la noche? Cosas así... ¿Cómo consigue un perturbado de frenopático presentar un programa informativo? Con Esperanza Aguirre de dueña del cortijo. Tan ricamente. Y de majorette del 20-N a Hermann Tershtchsrrrschetghht lo han puesto a calentar con el bastón de mando de Franco a modo de palitroque circense. Todavía no consigue subir mucho las rodillas y el paso de marcha lo lleva regular, según la hora del vaso, pero es un valor seguro para enardecer a las masas. Que se haya negado en redondo a vestir la chaquetilla roja de fantasía (no por la fantasía, sino por el color del enemigo) no incita más que a los líderes del fascio les dé por proponerlo como la primera majorette de barra americana luciendo sus encantos en el desfile de la Victoria. Esas tetitas de halcón de los titulares, esa boquita mohína, desdeñosa, arrogante, sensual como la sonrisa de Millán Astray... Ay, cómo le van a aplaudir cuando pase por la calle Almirante, con la Samboal recogiendo disciplinadamente los billetes a su espalda, toda feliz por su jefe, ese fan de Goebbels, el liberal.