lunes, 12 de noviembre de 2012

JOSÉ IGNACIO WERT Y LA ENSEÑANZA DE LOS RÍOS


Entiendo que un relaciones públicas como el de arriba esté más dispuesto a manejarse entre multimillonarios y delincuentes que entre niños. A él le dijeron que sólo iba a estar en el cargo para el traspaso de terrenos y millones a la escuela privada. Un trámite en el que no tendría que verles las caras a los mindundis de los maestros de la escuela pública ni a esos mugrientos niños de barrio que se crían por sus aulas. Zas, un golpe de reforma y, hala, los dineros para mí y para los míos, Dios mediante. Qué poco se esperaba esta reacción de la gente, ni que le iban a salir los niños sin posibles hasta por las orejas. ¿Adónde iba con esos planes de estudios sólo para "niños excelentes"? ¿Adónde iba quitándole la beca de comedor a quien necesitaba comer? ¿Adónde iba quitándole la beca de libros a quien necesitaba aprender? En ese mundo absurdo contra el que se ha levantado todo el magisterio de bien, me imagino una clase sencilla de geografía. Los ríos de España, por ejemplo. No los ríos del estado español. Los de España de toda la vida. Hasta con los Dueros que desembocan en el extranjero amigo, Portugal, o los Tajos, que hay ríos en los planes de estudios de las comunidades que, si no desembocan en sus límites nacionalistas, ni dicen adónde van a parar. Con Wert y uno de sus maestros por la iglesia, algún Legionario Alférez de Cristo y su Puta madre, los ríos de España se enseñarían de una manera bien curiosa. Sólo se podrían enseñar los ríos que pasaran por comunidades del PP. Sólo los ríos por terrenos de la Iglesia. Sólo los ríos con desembocadura solvente. Sólo los ríos concertados. Sólo los ríos con cauce azul. Sólo los ríos con riberas de pago. Sólo los ríos con el nacimiento en Suiza. Sólo los ríos con afluentes por la derecha. Sólo los ríos que a ellos les interesaran. Porque así es dejar en manos de la iglesia y la nobleza la enseñanza de un país: que sólo estudian los ricos y lo que aprenden estaba ya en la Enciclopedia Álvarez, donde la Gloriosa Cruzada y el capitalismo bueno. Y a los niños de los rojos, piojos y pan negro. La misión que le han encomendado al relaciones públicas de un garito de la mafia. Así tiene la cabeza, que le salen los monigotes de pizarra a llamarlo gilipollas a la primera que se despista.