viernes, 25 de mayo de 2007

LAS EXTRAÑAS AVENTURAS DEL TURBIO NIÑO MATOMUERO (34)



No haréis venir la noche con vuestro mando a distancia
Por una vez
Os achicharraréis en mi Mediodía.

La carrera de goletas de “El Mundo en sus Manos”
(No es una carrera, es una regata)
La CARRERA de goletas de “El Mundo en sus Manos”

La Peregrina y la Santa Isabel
Al mismo nivel que una cebolleta a la plancha
O acariciar la frente del perro moribundo que me amó

La puerta de ciertos comedores de beneficencia
Donde se intercambian manzanas, libros y bufandas
Al mismo nivel

Los helicópteros tienen un motor auxiliar
Pero si les falla la infancia
No pueden planear
Y caen en tus manos

En esas puertas, calcetines, gafas
Y bulbos de flores envueltos en periódicos

En esas puertas
Fetos muertos en los ceños
Mujeres herida, todas amor
Hombres herida, todos amor
Hijos vivos y tan lejos
Que los hambrientos sólo quieren
Músicas estremecedoras

Jazz Acuario.
Por un roto en la tela del cielo
Se ve parte de la casa de Dios
Un salón desordenado
Cajas rojas de aminoácidos
Pañuelos de papel
Un póster de “La Gran Evasión”
Steve McQueen en su moto alemana

Jazz de instrumentos cadáveres
Zombies de madera
Sonando a civilización desaparecida

También vosotros estáis ahí
En esas notas sin vida
HIJOS DE PUTA

LAS EXTRAÑAS AVENTURAS DEL TURBIO NIÑO MATOMUERO (33)

El helicóptero deja su aspaviento de pánico en el cielo
¿Dónde lo dejarás tú?

Vienen brillando por el horizonte
Las escamas de los Grandes Supermercados
La fila de dientes de sus nombres


El cepillo de dientes que cuidará vuestra encía
En la parada marcial de las anguilas
En el rigor mortis del plástico
También asoma por el horizonte

Y las maquinillas de afeitar que no pueden matar a una rata
Y las esponjas de gomaespuma azul
Como pulmones encharcados del jabón primigenio
Y los peines masajistas
Y las medias domadoras de varices
Y las zapatillas deportivas con relámpagos de luz
Como peces abisales de moda

Abro mi casa del horror a vosotros
Y moriréis dentro
Como adolescentes americanas

Abro mi casa del amor a vosotros
Y moriréis dentro
Como adolescentes francesas

Os he llamado HIJOS DE PUTA
Y sólo habéis parpadeado
No queréis problemas
Conocéis algunos locos
La solapa de la locura
Basta con no hacerles caso
Se mueren solos
Se les pasa

Pero yo no voy a morirme
Y no se me va a pasar

HIJOS DE PUTA

LAS EXTRAÑAS AVENTURAS DEL TURBIO NIÑO MATOMUERO (32)



La oralidad de los paisajes
En los cuentos con los que dormís a los cachorros.

La dignidad del trabajo
En los números simples.

El techo. El camino. La luz.

Daros un cuello de carne y otro cuello de aire.
Daros botellas con genio y botellas con no.
Daros platos con la cucharada siempre al sur,
Puertas de cuatro pomos y ventanas de cuatro fueras.

Pasaré al lado de vuestras mesas
Y curaré sus cojeras.
Rozaré vuestros brazos
Y todos los relojes se pondrán a las diez y diez.
Saludaré a vuestras mujeres
Y parirán un médico.
Saludaré a vuestros hombres
Y su coche nunca se estrellará.

Si mi bondad
Fuera terrestre.

I don’t need any help
Any God

Se me ponen extrañas venas en el alma
Cuando le canto a mis criaturas
Gusanos de pintura al óleo en el espíritu
Y es el juego final de sus colas

LAS EXTRAÑAS AVENTURAS DEL TURBIO NIÑO MATOMUERO (31)



Dame tu razón de peso
Pero no habrá más oportunidades
Para levitar.

Hoy estamos aquí.
Tu mujer y tu familia
Ya han descorchado tus bolsillos y su puente.
Déjanos descorchar tu cráneo.


El Dios de las Muecas.
El Dios de los Escalofríos.
El Dios de los Picores Inalcanzables.
A sus pies,
Una cabeza en llamas
Por cada ruego,
Y un recuerdo arrodillado.

Hemos de viajar más cerca.
Por dentro.
Armados con antorchas.

Y quemar nuestros propios monumentos.

Viajar más hacia aquí,
Donde ladran los caniches que le has puesto a tu corazón.
Más hacia aquí,
Donde los esternones arriados
Y la dentadura de Dios en un vaso.

Quemar todo esto.

La salud occidental de pedir los trasplantes por favor.
La hormona pegajosa que genera
La soledad
Y que llaman amor, cariño,
Pásame la sal,
Aunque no me convenga.

Es hora de arder bajo la lluvia
Como una hoguera vuelta del revés.

El mechero y el tabaco y el estanquero
Dentro de los pulmones.
El cáncer fuera,
Flotando como una pompa de chicle negro.
Airoso.

Arder de una vez por todas
Dentro.

Sin llamarlo amor.

Sin llamarlo
Yo.

Y daros vuestro merecido.

Daros
Fantásticas Mujeres,
Hombres Poderosos,
Deslumbrantes fiestas de sexo, comida y alcohol.

Daros lo que merecéis.

LAS EXTRAÑAS AVENTURAS DEL TURBIO NIÑO MATOMUERO (30)


Lo otro
Sois vosotros,
Despavoridos en los cajeros
Y en las camas.

Por eso los coches a toda velocidad.
Por eso las faldas breves.

De vez en cuando un
Sunday Bloody Sunday
En un vaso con hielos
Y helicópteros.
Los sofás como regazos
Donde os arrastráis
Sentados.

Por eso las medicinas no pueden tener colores atractivos.
Por eso la lentitud de los Domingos.

Los niños jamás se tragarán un nublado.
Han de sucederos alegremente,
Como un diecisiete
Al doble de ocho
Aunque no se le parezca.

No podremos contener todas las hemorragias
Sin perder algo de estilo,
Todas las rabias del molino
Sin perder un aspa.

Torniquetes en las muñecas
Rubias.

Mangas finas hacia las muñecas
Que se desangran.

Y siempre un perfume a Violencia Ilimitada
En la palabra Paz.

La espléndida herida que soy
Y que os busca
Como un camión vacío
Y rugiente.

El hombre que sopla sobre los amaneceres
Hasta encenderlos.

Su madre o el temporal que se aproxima,
¿Quién apagará antes las velas del muerto?

Y una botella de leche americana
En las Puertas del Cielo.

LAS EXTRAÑAS AVENTURAS DEL TURBIO NIÑO MATOMUERO (29)



Yo no soy yo.
Los espejos son mentira.

Soy los tanques y los caballos y el aire negro del medio.

Soy este odio calmo.
Las ganas de haber vivido.

Y nunca, nunca, mis nombres, mis apellidos,
mi horror sabido.

Lo tremendo es estar a esta hora pensándote.
A ti, mi semejante. Ese honor que te doy.

Tú, que has matado.
Tú, que me persigues para saberte.
Tú, cerdo, mi amado prójimo.

Dame esas manos.
Dámelas.

Con ellas haré que te acaricien desde muy lejos.

Para que sigas matando.

Para que sigas queriéndome.

Para que notes la PALABRA
amor en tus ojos.

Ese insecto blanco y ligero en tus ojos.

Oigo violines y todos mis equipos de música están apagados.
Quizá muera, entonces.

Oigo recuerdos y todos mis equipos de música están apagados.
Quizá muera, entonces.

Cuatro patas para una mesa.
Cuatro puntos cardinales para que Dios nos pase un paño.

Qué más da escribir
Porque llueve o porque matas.
Lo único necesario es tener una mínima posibilidad de cielo.

Y dinero.

Pasta para decir “alumbre”
Con el esternón graciosamente inclinado
Como un meñique.
O decir “mierda”
Con el esternón graciosamente inclinado
Como un meñique.

LAS EXTRAÑAS AVENTURAS DEL TURBIO NIÑO MATOMUERO (28)



Un filón de buenos nervios dentro de mi cabeza
Quién los encontrara
Por ahora me apaño
Dando alaridos

Todos juntos y abandonados
como una metralla que trató de matar
algo importante
hoy olvidado

Es la música del bebamos
Haces una espada de madera
Con su viruta la flor que rechazará la muerte
Cuando trates de regalársela

Lo otro es morderse las uñas con dramatismo
hasta cien generaciones hacia atrás

Toda la bondad del mundo cabe
en un cuarto con un hombre solo

Cómo explicar
Que la verdad no es tan difícil
aun teniendo patas y desesperación y ojos huidizos
Que la vida no lo es todo Ni el dinero es malo
O que las mujeres se masturban pensando gilipolleces tales
Como que les acaricias el pelo o les coges la mano o les dices
Te quiero

El consejo de todo buen padre:
Nunca demuestres experiencia en desabrochar sujetadores

Incapaz de esto.
De esto. Insisto. De esto.
El suavizante de mi ropa es tan fuerte que se ha comido la cuerda de tender.

Creo que no estoy en mi mejor momento.
Sé de maldades. Sé de alguna que otra bondad que he visto.
De las pocas que he hecho no puedo hablar.

La última carga de la caballería.
Jinetes contra tanques.
Polacos contra alemanes.
Entonces sobrevivieron pocos.
Hoy, probablemente no quede ninguno
para recordarnos el escalofriante relinchar
de aquellas bestias descuartizadas al galope.

No sé si se siguen produciendo cargas así por el mundo
pero se me ocurre que deberían.
Enfermos terminales con cojones
eligiendo su caballo
y su tanque alemán.

No.
Un no con bridas de sí, en estribos de sí,
cabalgado por un hombre sí, enfebrecido y soñador.
Y enfrente bocas negras escupiendo fuego sólido.