CON PERDÓN DE LOS PAYASOS
Lo peor no es que te pillen metiendo la mano en la caja para irte de juerga; lo peor es insultar la inteligencia de la gente diciendo que te ibas dos veces al mes a Canarias desde Extremadura para trabajar con un pibón colombiano * (Olga María Henao). Esto es, para reunirte con ella 32 veces al año. Exclusivamente con ella. Que luego parece que hay otro pepero de menos galones (ya dimiso) que también se reunía exclusivamente con la misma y por idéntico asunto laboral. Y vete tú a saber quién estaba trabajando de verdad, con su tarifa y esas cosas, que no quiero yo malmeter y la vida en la carretera es muy mala... Seré tu amante bandido. Seré tu amante elegido. Electo. Yo. Ay. Votación malherida. El corazón que a Tenerife va... Para luego llorar en pantalla. Rodeado de los mismos buitres que, probablemente, han aireado el tema de los preservativos con una hora menos porque te tienen manía y no supiste opinar disciplinado en el tema del aborto. Pero cómo no ibas a piar, tú, el profiláctico, con la familia virtual numerosa que estabas sembrando en cada vuelo de trabajo... Hala, Monago, a dimitir, que esta coalición fuera del matrimonio popular ya sí que no te la perdonan... Ni nosotros. Las pelas que ha costado cada billete, una encimica de otra, y para becas de comedor, que a los niños extremeños también les gusta la carne. Y no, no es incalificable lo tuyo. Tiene nombre. Y adjetivo calificativo. Como te diría tu paisano Robe (no es un imperativo, cálmate), el de Extremoduro: "So payaso". Con perdón de los payasos. Ya te puedes poner como te pongas. Con mi pasta no, mira.
* Y no venezolano. Gracias, María Jesús.