sábado, 30 de junio de 2012

REDACCIÓN EL PAJARITO ROMPUY


El pajarito Rompuy es muy bonito y nace en los Países Bajos, con lo cual es un pajarito pequeño, peso mosca, nacionalidad belga, señorita. El pajarito Rompuy se crió en un nido jesuita del que no salió hasta no tener bien formadas sus alas de angelito economista muy devoto con tendencia a volar por la derecha, cuando no por la derechona, pero eso según mi padre, que también dice que de esa devoción le viene la costumbre de regresar a una cueva monasterio todos los años sin faltar ninguno a acicalarse las plumas de la fe, piarle haikus belgas a la Virgen María y poner huevitos de mármol en el pensamiento filosófico exclusivamente cristiano (de la quinta de Santo Tomás de Aquino y luego todos los otros borrachos). El pajarito Rompuy tiene su nido preferente (hojarasca de hojas parroquiales, chucrut alemán seco y ramitas de higuera mariana) en los aleros del Consejo Europeo en Bruselas donde goza de la reputación unánime de pajarito alfa de mierda, el sueldo en el alpiste que le dan los pajarracos banqueros y la ilusión de quitar de la mala vida a la paloma de la paz, y follársela, otra vez según mi padre, señorita, pero yo creo que porque mi padre es más rojo que el culo de un mandril. El pajarito Rompuy se alimenta habitualmente de mosquitos sindicalistas, moscones ecologistas y demás dípteros que afean el ecosistema de acero alemán en el que despliega su monótono cantar de bicho canoso. Eso lo sé bien porque este año me voy a quedar sin libros para el cole y lo más lejos que me van a llevar de excursión es al estanco del barrio a rezar por el alma pecadora de los fumadores. Si Féliz Rodríguez de la Fuente tuviera que dibujarlo en su cuaderno de campo (bajo amenazas), le pondría la nariz gris de un payasito sin gracia y sin merendar en una comunión del Opus, aunque le costara una multa de todos los buitres que engordan en ese hábitat a base de zamparse los cadáveres de los pajaritos del sur. También se dice del pajarito Rompuy, como originalidad que ningunean los propios naturalistas porque se veía venir, que ni caga, señorita. Por lo cual, y viceversa, dice mi padre que la verdadera rareza del pajarito Rompuy estriba en que en lugar de expandirse, se contrae y disminuye en su ser día a día. Y de lo poquita cosa que ya era cuando era un pajarito alfa de mierda, ahora está siendo poco menos que nada cuando se asoma detrás de esos micrófonos, señorita, que ni se le ve ni se le siente, y a mi padre se lo llevan los demonios cuando lo ve en la tele y tiene una cerveza en la mano. Item más, verbigracia, que de cuatro huevos que ha puesto el pajarito Rompuy, cuatro pollos belgas. Un aburrimiento. Aunque dice mi padre que una polla le ha salido antisistema de izquierdas y que por ahí va habiendo Dios, señorita. Usted verá.