jueves, 2 de septiembre de 2010

MI BARRIO (45)

En mi barrio los coches no tienen vida propia ni se les supone, a no ser que el coche venga de fuera y entonces todo el mundo empieza a contar historias de terror alrededor de una hoguera en cualquier bar. Historias espantosas sobre coches, cámaras espías, grúas, policías y ladrones. Coches desaparecidos, coches robados, coches multados... Coches de fuera que lo último que dejan es la estela de su matrícula por cualquier salida de incendios de este infierno y ya no se les vuelve a ver nunca más ni por los cuentos ni por el barrio. El resto de los coches sin vida propia pace mierda de buenos días junto a las aceras o gasoil quemado de buenas noches en cualquier oscuro garaje y no se pregunta por qué no hay vida fuera del barrio, mensajes de otros mundos o la música que van a necesitar de los Chichos para ir a Marte (Orcasitas, Móstoles, Valdemoro) en un vuelo que a lo mejor ni siquiera puede ir tripulado (pero como casi siempre aunque haya uno que parezca el conductor). A lo mejor una vespa sí dice que ayer vio un ovni o algo en las brumosas lomas de la calle Salitre, pero nadie les hace caso a las vespas, con lo locas que están esas motos y lo mucho que les gusta enredar a los mayores, los R4 o la propia furgoneta ferralla de Eusebio, que se lo cree todo de absurda que está debajo de su capa de polvo perenne y sudokus caducifolios en viruta.