viernes, 8 de julio de 2011

DON ANTONIO LÓPEZ, POETA MANÍACO

Exposición antológica de Antonio López en el Thyssen. Último turno del día. Apabullante. Ensordecedor. Antonio López está como una cabra y es Dios. Antonio López está como dos camiones de maracas de Machín y es el puto amo. Concienzudo, serio, listo. Maníaco, neurótico, perturbado. Un poeta abrumador. Hay una piedad tan inmensa en todo lo que hace que esa meticulosidad en los detalles tiene algo de profundamente religioso. Auténtica fe en la bondad del hombre y en la verdad de las cosas. Balcones, alacenas, platos, jarrones, lavabos, ventanas, bañeras, retretes, los retratos de sus padres, de sus abuelos, de su mujer, todos como de tarta casera ya seca por el tiempo... Esas habitaciones pompeyanas (por donde ya pasó la muerte), esos carboncillos aéreos (la gasolina fósil de los cuerpos que se elevan), los picaportes, Dios, los picaportes..., los suelos de linóleo amortajado, los mosaicos, las escayolas mortuorias corriendo, las docenas de cráneos dormidos de sus nietos... La luz de la humildad y el gesto de la razón a lápiz para llegar a no sé qué puta sensación de paz triste... Igual que la antológica de Barceló me dejó noqueado frente a una bestia de la creación, un taxonomista borracho genial, ésta de Antonio López ha sido la revelación de un poeta alucinante. Un poeta maníaco que pinta novelas río en forma de edificios y que talla la madera con el pincel de un humanista. Un rato inolvidable apreciando las pinceladas del genio (nariz a diez centímetros del cuadro) como quien se asoma a la hornacina con la reliquia de su superhéroe favorito. Qué bien gastados los diez euros que costó la tourné por la cabeza de un delicioso pirado. Lo peor de la exposición, la gente señalando sus casas en los cuadros. Lo más divertido, esas "zonas verdes" que se deja el maestro apenas abocetadas como si estuviera trabajando para Inmobiliaria Osuna, primera promoción de viviendas. Y cómo le cambia el gesto al lápiz cuando ataca sus membrillos de Leonardo (O Durero). Ah, y también ese bodrio (membrillero, sí, pero de cuarta regional) que ha colado en la exposición y que primero se lo coló a los multimillonarios de Abengoa, que seguro le pagaron una pastizara. Duro con ellos, jefe. He soñado esta noche con la cuna de madera con tu hija bebé también de madera dentro. El cierre del plastiquillo simulado, esa cremallera de madera... ¡Una cremallera de madera, dientecillo a dientecillo...! Tiene usted mi más rendida admiración y a mi lapicito óptico llorando. Nos hemos consolado mutuamente dibujando unos membrillitos de los que tanto le gustan a usted. Dios, aquel cuadro a lápiz de su hija con el abrigo nuevo...