miércoles, 28 de octubre de 2015

COMER CARNE DE PROCESADA


La OMS puede llamar por igual a una hamburguesa de Los Ángeles que a un botillo leonés, a una salchicha inglesa que a un chorizo de Cantimpalos: todo es carne procesada y cancerígena. No sé si un español medio le ha hecho alguna vez caso a una recomendación de la OMS a lo largo de su vida. Puede que haya algún neurasténico por ahí, entre los veganos terminales. Algún hipocondríaco en paliativos. Pero sería como hacerle caso a una azafata con sus instrucciones de hinchado del salvavidas mientras sobrevolamos Zamora. Es probable que la mujer haya aprendido a nadar en una piscina monísima, pero seguro que no tiene ni puta idea del punto de pimentón que ha de llevar un buen chosco de Tineo. Hecha esta precisión, de lo que quería hablar no era de la carne procesada, sino de la carne de procesada. En concreto, de la cacheira de Esperanza Aguirre, ese tumor maligno que le sale a la pantalla de tu televisor cada vez que aparece su jeta oxidada en Eau de Bilis. Los hay que niegan el Holocausto, los hay que niegan la evolución de las especies, y Esperanza Aguirre niega que estuviéramos en la Guerra de Irak. Con nuestros muertos allí (Diwaniya, Nayaf, Bagdad) y con nuestros muertos aquí (Madrid, Atocha). Dice que no. Sonriendo. Como una pesadilla. Que le quiten el carnet de ser humano a esta víbora cancerosa, por favor. Luego, allá tú si te tragas lo que dice. Si te gusta la carne de procesada. Los "Ovarios podridos de Lideresa", como si fuera un plato exquisito japonés del que puedes morirte.