jueves, 15 de diciembre de 2011

REDACCIÓN LA NAVIDAD

La Navidad es muy bonita y se celebra por el nacimiento del mismo niño todos los años sin mejora genética ninguna que se sepa, por no hablar del pesebre de mierda, señorita, todo exterior y sin un climalit. Un niño que nace todos los años será una cosa muy espectacular (el Corte Inglés no se mete en tonterías), pero no deja de ser una enfermedad de las raras. Por eso ahí están los pastores en el nacimiento formando un perímetro de seguridad para que no se acerque nadie y se contagie, a la vez que las autoridades sanitarias ponen animales cobaya (el buey y la burra) para avisar del virus de Dios, por si las moscas, lo mismo que hacen los mineros con los canarios para avisar del virus del grisú. O los tres especialistas en camello que vienen al diagnóstico y le traen medicinas y una beca y los padres se alegran y tiran un cohete de los gordos que se queda flotando encima del pesebre como el neón del Whisquería, que es el bar de carretera en el que a mi padre le gusta cantarle villancicos a las pastorcillas del cordón de seguridad en Nochevieja hasta que le enseñan las tetas y mi padre para, señorita.