lunes, 21 de febrero de 2011

VALLE-INCLÁN Y LOS BIZCOCHOS DE CHOCOLATE


No ha habido pincel nuevo que pueda con el desayuno de arriba. Se han tenido que pintar a la antigua y a mano las tiernas cárcavas del bizcocho y las mojadas lindes del chocolate. Así han devenido en alimento los colores eléctricos de la Wacom, que, de suyo, son más proclives a devenirse en tetas y culos, también cosas de comer en metáfora, pero nunca un bodegón de cafetería como el de arriba, señores. Seamos nutricios. Glosa a la pintura de un bizcocho de chocolate después de haber encontrado una edición cubana de "El Ruedo Ibérico" (Valle-Inclán) en la también muy nutricia Cuesta de Moyano.