martes, 19 de agosto de 2008

PASAJE DE CHINITAS

Yendo las olimpiadas como van, un buen sitio para haber estado en Málaga era el Pasaje de Chinitas, en el Central. Chinitas las había, pero vendiendo tatuajes de gena en la playa. Y eran todas delgadas, así que no sé por qué tienen que poner un Pesaje de Chinitas en pleno centro de Málaga. La silueta no es de nadie, sino de un pincel gordo de 40 mojado en negro 100. Al dibujo todavía no le han puesto la cervecita helada oº/-2º que nos pusieron a nosotros antes de comprar en plena calle Larios el abanico de toros calados que consta abajo, como mandan los cánones más raciales y carpetovetónicos para remover el aire y manufacturar viento.



Y abajo, la supradicha calle Larios, engalanada como para casarse con un guiri. El nombre, como al de la ginebra, le viene por el Marqués de Larios, prócer, benefactor y probablemente parásito de Málaga, al que la ciudad le está muy agradecida porque si no, a ver cómo se justifica el nombre de la calle Larios sin caer en la mentira, recurrir a la anestesia o drogar al que nos pregunta. Recomendados quedan los churros de Casa Vicente, que se llama así porque ni el dueño ni ninguno de los camareros atiende por ese nombre en la preferencia de llamarse de muchas otras maneras para despiste y desasosiego de niños y foráneos. Lo mismo que en la Tierra de Fuego hace un frío que tira p'atrás, Casa Vicente.

DÍAS EN MÁLAGA

Sudorosas noches malacitanas, un cuaderno de dibujo y un boli Bic.

Cabeza de mujer imaginaria al boli Bic sacada del natural.

Cabeza de Tyranosaurius Rex a boli Bic también sacada del natural.



Egipto. Ruinas del Templo de Amón. Apuntes a boli Bic en un cuaderno de dibujo sentado tranquilamente en Málaga con el suplemento de viajes de El País y la fotografía conveniente. Ya en Madrid, unos brochazos de color en el ordenador para darle más aire de libretilla de aventurero del XIX en plena peripecia.