jueves, 12 de septiembre de 2013

LA TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN, LAS MADRES Y CATALUÑA


El ser humano desciende del mono, pero los nacionalistas creen que no "descienden", sino que "ascienden" del mono, orgullosamente, y no del mono en general, como especie, sino de un mono muy concreto, distinguidísimo e incomparable, el supermono identitario: con su lengua propia, su traje regional y su manera exclusiva y sublime de espurrear la fruta en las fiestas. Todo el camino de los independentistas españoles, a estas alturas del mono universal difuso (el cosmopolita y tan pancho), viene a ser un dicharachero retroceso hasta encontrar el carnet de identidad del supermono vasco o catalán, y sus últimas voluntades por escrito, como en Dickens, pero en euskera, en catalán, en valenciano, o lo que hablara Amadís, el Mono de Gaula. El poder notarial que te da la sima de los huesos del reino de Aragón o el separatismo paleontológico para empezar a hablar. Esa monada histórica a la que podrían optar también alegremente los malagueños de la Axarquía, los escoceses de White Label y las ardillas del Retiro. Pero se ve que por ahí siempre ha habido una pereza congénita... Ese afán metafísico del dónde venimos, del quiénes somos, y del adónde vamos, que lo puede tener cualquier catalán, pero que casi es más propio de un adolescente en general (catalán o no, hormonas comunes), un borracho en general (catalán o no, lengua común) y cualquier protagonista de una pelicula de Walt Disney (catalán o no, final feliz común). Lo mismo que explicarle a una madre por qué te quieres ir con los amigotes, lo que vas a hacer con ellos, y su trascendencia ontológica ese sábado por la tarde en la Historia Universal de las Naciones. Una explicación que a tu madre la va a poner de los nervios, que a ti te acaba volviendo loco, y con la que no vas a pisar los billares en un mes. Por tu sentimiento de culpa y por insolvente. Demasiadas vueltas para un asunto tan sencillo como decirle a tu madre que quieres ser libre, colega, que tienes una edad y que pasas de la familia. Y si la madre patria no te deja hacer lo que te dé la gana con tus amigotes, estás hasta las narices de que te registre los cajones y te dosifica la paga con cuentagotas, pues a independizarse y ya está, tío intrépido. Pero deja de dar el coñazo con el mono, compañero, que no nos importa una leche. A este tenor (primate), el de arriba es el presidente autonómico que no para de hablarle de su mono al presidente nacional, que a su vez tiene otro mono más gordo y más machote que el suyo en su cabeza podrida. Mariano Rajoy y Artur Mas, dos lumbreras de la política y de la economía, las dos mentes geoestratégicas que son la envidia del mundo, enzarzados en esas conversaciones sicalípticas sobre el tamaño del pene de un mono y de otro, y cuya tradición demagógica se remonta en este país a los tiempos de la Mona Isabel y del Mono Fernando. Y ya va oliendo a jaula de zoológico en todos los periódicos, nen. De modo que referendum en Cataluña con las fotos de los dos monos ya. Y si pudiera votar, votaba al supermono catalán. Por dar por saco y por la curiosidad de ver cómo se lo monta el Nuevo Hombre de Mollerusa en los billares sin un euro. Igual aprendíamos todos un poco.