domingo, 14 de octubre de 2012

MANERAS DE CARICATURIZAR


Cuando la caricatura roza la exageración pero se queda en naturalismo rimbombante... Cuando está a punto de ser hiperbólica pero se contiene por timidez, simpatía o respeto en ese límite difuso que ni yo mismo sé donde empieza o qué anchura tiene antes de derivar en caricatura burlona, hiriente, brutota o, directamente, grotesca, estamos ante una caricatura contenida, amistosa o -se me ha ocurrido hace un rato- una caricatura "BORDERLINE". Exactamente. Borderline. Ese mismo calificativo de medio diagnóstico y medio pelo con el que se distingue a los subnormales "pero menos" y a los casi locos con dos o tres habilidades sociales (que no les pille un coche, dormir con los ojos cerrados, dejar pasar los postes cuando van en tren, etc.). Porque hay muy diferentes maneras de hacer caricaturas y todas van en estilos, capacidades, psicopatías y hasta en modelos predilectos (políticos, cantantes, escritores, famosillos...). Ignoro lo que se habrá teorizado sobre esto o si voy a coincidir con clasificaciones ya elaboradas, pero tengo para mí que son las siguientes:

CARICATURAS DE PLAZA MAYOR: Tenderete de reclamos con caricaturas de Ultrafamosos hinchados y deformes (aunque perfectamente reconocibles) para que luego se siente el niño de domingo y el artista le haga un dibujo animado al carboncillo con unos ojos y unos labios preciosos que recuerdan en algo a los del retratado. Diez euros.

CARICATURAS POÉTICAS:  Propias de periódicos de calidad y buen tono en el que al personaje caricaturizado se le distingue... "distinguiéndolo". Un efecto que se alcanza por, llamémoslo, sublimación fidedigna de sus rasgos. Loredano es un buen ejemplo.

CARICATURAS IDEALES: También podrían ser llamadas "Clínicas" y hasta "Forenses". El personaje queda cariaturizado por el simple hecho de ser dibujado de una manera estilizada aunque fiel a sus rasgos originales. Una cariñosa autopsia a cargo de amigos o familiares, y la foto del muerto con su mejor aspecto. Cuando el personaje es contextualizado convenientemente y adornado con una sugerente gama de colores y objetos personales, la caricatura es eficaz en grado sumo por lo ilustrativa y didáctica. Fernando Vicente es un maestro en este género.

CARICATURAS CÓMPLICES: Parten del imprescindible conocimiento previo del retratado común a todas las caricaturas, pero éste tirando a profundo y exhaustivo de las características faciales del personaje en cuestión. Cuando el observador Re-conoce al personaje la caricatura es inteligente y cómplice, casi en lo rallano con el compadreo. Cuando no, la caricatura es un fracaso: un garabato indescifrable, un manchón de Roscharch, un mapa sinsentido que nos ha hecho perder el tiempo. Sciammarella es el mascarón de proa de esta tendencia tan gratificante en ocasiones como a menudo frustrante. Por supuesto, es la caricatura más original y suele ocurrir que se reconoce antes al retratista que al retratado.

CARICATURAS VIOLENTAS: Caricaturas de pedrada. Contundentes. El fanatismo por el personaje, tanto a favor como en contra. Dibujos integristas, explícitos y provocadores donde el lápiz y el pincel chillan y retumban una cosa mala con tal de wagnerizar los rasgos. Vizcarra, en El Jueves, es un buen exponente de esta brutalidad mágica. 

Esto por no entrar en el panorama europeo (Italia, Francia e Inglaterra, sobre todo). Y por entrar donde los gringos, que son los que más tiran de paleta gráfica, hay uno que es capaz de meterle el pincel (óptico o de pelo de marta) a cualquier tipo de caricatura, pero que me "borda" las Borderline y me tiene turulato. Es de Chicago, es jovencísimo y se llama Jason Seiler. Recomiendo los tutoriales sobre la caricatura de George Lucas y la de Tim Burton. A marta y a electrón, respectivamente.

La caricatura de arriba, cómo no, es de las que yo llamo, y me llamo, "borderline". Javier Bardem... Por si hay que aclararlo con lejía. Javier Bardem en caricatura, "ma non troppo". Un buen ejercicio para entender todo el rollo que he soltado antes es imaginar cómo dibujarían a Bardem los monstruos que he citado en cada una de las "categorías". Creo recordar un Sciammarella de Bardem: era una enorme y tumefacta nariz de boxeador. Yo, a esa nariz, la tengo que poner en su sitio. Y lo asumo. Soy poco cómplice, y argentino, poquísimo.