martes, 19 de febrero de 2013

NO HA COLADO, GUAPITA


Si hay algo peor que un minero de derechas, podría ser una pija de izquierdas. Pija pija, pero de izquierdas por la parte del bote. Roja de bote, para entendernos. Roja de peluquería y fashion de derechos humanos, calle de la moda en Viena. El último estilismo del PSOE para tener alguna baza en todo este desbordamiento apolítico que lo está ninguneando en la calle, Beatriz Talegón, con su puesta de largo de ultradiseño en Cascais, pero como al azar, "casual", regañando a la europea, en la Internacional, con mirada soñadora, al frente, como si llevara "El Capital" en la cabeza, pero por la parte de fuera, como las modelos aprendiendo a caminar por la pasarela. Supongo que Rubalcaba no encontró otra cosa. Y digo "cosa" porque hay que ser una "cosita" para que la obediencia al partido (o tu vanidad, o tu ambición, o tu enfermedad mental) te lleve a hacer de muñeca a pilas: "No a los hoteles de cinco estrellas", "Revolución", "No a los coches de lujo", "Revolución", "Hay que estar con el dolor de la gente", "Tengo pis", "Batería baja", "Revolll...". Con el mismo PSOE en contra de la Dación en Pago. Con el mismo PSOE de la financiación a la banca. Con el mismo PSOE de la reforma de la Constitución para darle gusto a Alemania. Saludad a Beatriz Talegón, que ella está tan indignada como vosotros. Ya. ¿Con esa cara? Bueno, es moderna. No hablo de su look. Hablo de su cara de "lista". La lista que no ha dicho que no a nada desde que empezó en el PSOE (bueno, miento, sí dimitió de concejala en un pueblo -donde ni la conocían- para ganar más que el alcalde en Bruselas) con tal de medrar en su carrera política (ningún rebelde, ninguna voz crítica asciende en las listas del poliburó del PSOE) y la que tampoco le ha dicho que no a esta prometedora misión de infiltración en territorio enemigo. Me la imagino ensayando furtivamente en su apartamento de Viena con un par de asesores enviados en secreto por Elena Valenciano, experta en campañas, una lince para perfilar candidatos. Beatriz Talegón, toda una secretaria general, repasando el guión de Los Miserables para su estreno en el congreso de Cascais. Luego el inevitable salto en paracaídas sobre España. Su gira por los medios. Su primera salida a la calle con su uniforme partisano de camuflaje... Y el cante. La cantada. Que no. Que no nos representan. Que no ha colado, Beatriz. Que eres roja de bote y todo lo tuyo atufa a Barbie de despacho. ¿Con dos rayitas de tizne en las mejillas ahora es Rosa Luxemburgo en una barricada? Tanto tomar a la gente por tonta y luego mira. De noche y al bulto, y no engañó a nadie. La colocaron, Rubalcaba. No te ha salido la jugada. Que ni López Aguilar vestido de Sabandeño ni ella disfrazada de "ciudadana normal". No sé cuáles son las partes de tu estrategia ni qué objetivos se han fastidiado ya a estas alturas, pero no estaría mal abortar el truño y guardar a la muñeca o el ridículo va a ser de los que hacen época. Qué bochorno para los militantes de verdad (¿queda alguno?) cuando a la heroína de la izquierda verdadera no la dejaron jugar con los niños pobres en su primer recreo calentito en Madrid. Y sintió miedo. Y lloró como una pija del Barrio de Salamanca. Y echó de menos Viena, Bruselas, Cascais... Ahora os toca consolarla a vosotros, que me parece a mí que Ada Colau no está por la labor. Ni ninguno del inconsciente rojerío. Al contrario.