miércoles, 6 de abril de 2011

LOS ORATES, LOS QUE PIERDEN EL OREMUS Y EL SILENCIO DE LAS CORDERAS


A estas alturas de la bajura del país, no dudo de la incapacidad de Zapatero, de la ramplonería de Blanco, del caciquismo de Chaves, del histrionismo maniqueo de Bono (maniqueo por maniquí), del maquiavelismo de Rubalcaba o de la insoportable estolidez de LA Pajín, pero es tristísimo plantearse si del otro lado de la charca de purines los cerdos de distinto color no se hayan vuelto una piara de locos de remate ante la posibilidad, la repugnante inminencia de quedarse ellos al cargo de la corraleta. Lo de Camps es de pasmo. Lo de Fabra es demencial. Lo de Aznar es vomitivo. Lo de Rajoy para echarse a llorar sin consuelo... Pero lo de esa señora enloquecida llamada Cospedal es para que la internen inmediatamente en algún reducto para perturbados. Y asociales. Se volvió loco Barbarito, que dirían los de Buena Vista. Vieja Trova de codiciosos vampiros hijos de puta, de un lado de la corraleta, pero permítanme que piense que del otro lado, ambición aparte, perdieron el oremus y no saben en qué parte de la puta misa están. Y por el retrato de arriba, me apuntan que es EL SILENCIO DE LAS CORDERAS. Ya, "el silencio". Para ésta el silencio es lo que un libro para una cabra.