domingo, 31 de agosto de 2008

SONIA


Los sueños de Raskolnikov

MI PIE IZQUIERDO


El pie izquierdo tiene un reojo siniestro
A la ironía sangrante
A la mala palabra en el momento bueno
Al caminar de las menores ya mujeres
A la vergüenza de las casadas insatisfechas
Al miedo de los policías
A los precipicios
A las ofertas sucias
A los perros distraídos
A la tristeza de los alegres
A la confusión de los veteranos
A las heridas de la calle
Y a los borrachos de la plaza.
Por el pie izquierdo merodea un glóbulo mestizo
Al que le gustan los malos caminos
Como a mí.

CÁRCELES


Hay cosas redondas en el centro del alma
Pechos, Nalgas, Lenguas Circulares como el tiempo
Y ahí están botando como pensamientos deseos fantasías disimulados poemas
Que sólo quieren ser concretas amebas sobre mujeres difusas
Redondas de principio a fin
Enteramente comestibles por el alma
Penetrables de dentro a fuera
Y no como las mujeres reales
Las Evidentes
Y ahora quién es el que está encerrado

EL PIE DERECHO DE LOS MOTORISTAS


He descubierto lo que tienen los motoristas en la cabeza
Cuando sacan su pie derecho del reposapiés
Y hacen que su belfo sobrevuele el asfalto:
El motorista asoma su pie derecho
Y girará a la derecha
O seguirá recto y ariete
Con todos los coches retados en el semáforo
Despidiéndose de su tacón cubano
Del irónico cuero con la nariz de plata
Y así se ofrece y asoma calmoso su pie derecho
Alerón
Su vector de búsqueda
De curvas De vientos
Su escáner de trazadas
Olfatea raso Detecta
Pinturas Chicles Aceites
Planea sobre la pasta de dinosaurios de la carretera
Y en su cabeza dice: "Chúpame la punta, T.Rex
Cógeme antes de que llegue a mi garito
Mi cueva".
Y en su espalda dice:
"Si estás leyendo esto, es que a mi chica le ha pasado algo".
Y en su cabeza sigue diciendo:
"Cógeme, T.Rex
Mira cómo saco la pata y te meo
Perrepeté".
Eso es lo que tienen los motoristas en la cabeza
Cuando sacan el cuello de su pie derecho
Sobre el asfalto
Su tacón cubano en vuelo estacionario
La nariz de plata de su fin de cuerpo
En sus motos perrepetés.
Escrito queda para que nadie se llame a engaño
O épica.