viernes, 26 de noviembre de 2010

ENSALADA ZEN

Puedes pintar una flor y convertirte en un capullo. Puedes pintar una ensalada y convertirte en una ensalada. Interiorizar cada una de las hojas de lechuga (las verdes, las más cercanas al troncho, las húmedas, las tristes), las julianas de cebolla, los tajadas de tomate... Y mira que yo no soy mucho de ensalada, como no sea de música de fondo para un guiso, una carne, un pescado... La Ensalada Zen. Quieras que no, han sido unas tres horas con pensamientos saludables. Algoritmos de la Naturaleza y parábolas de la Madre Tierra. Panteísmo masticable. En el momento de ponerle los brillos del frescor y del aliño al cuadro, juro que sentí el mismo temor, la misma responsabilidad que cuando te toca aliñar a ti la ensalada para tus invitados y notas ese silencio alrededor, esos ojos en tus manos. Pero alguna ventaja tiene que tener pintar a solas. De aceite va bien, que ha sido básicamente al óleo. De vinagre también, que no he podido evitar algún que otro pensamiento irlandés. Y de sal... Bueno, mientras se le vea el humor a todo esto de pintar comida como un loco, a lo mejor tiene su puntito "valeroso y sabroso": de que vale de sabor... "Bodegón": cava, bodega con muchos vinos. Naturaleza viva. Salud.