lunes, 23 de febrero de 2015

MÍSTER DESDÉN


Tuve una vez un compañero de clase agrio como un limón y más tonto que una gamba de mármol. A todo lo que podía interesarnos en una charla entre clases o en el recreo (una película, una fiesta, una canción, una tía con veinte tetas) él ponía la misma cara de suficiencia y asco. Y a todo lo que le preguntaban en la pizarra lo mismo: el tipo estaba por encima de la trigonometría, de Pío Baroja y de las glaciaciones. ¿Y por qué? Porque era el mejor jugador de balonmano del instituto. Al Precámbrico siempre podía darle un mate saltando por encima de la defensa que se fundía el misterio, y se le notaba en la jeta. Me la sudáis con vuestras cosas de nenazas, mediocres y perdedores: mirad qué biceps y mirad cómo pivoto para hidratarme en la fuente antes que nadie... Ese mismo gesto de desdén es el que le veo a Agustín Conde en la tele en cualquiera de las peleas habladas en el barro que tanto proliferan ahora. Ya pueden estar hablando los demás del Producto Interior Bruto, la Soberanía Popular o la Pobreza Energética, que el diputado toledano te pone la cara de ser el mejor jugador de balonmano del Partido Popular, sentadito en su trono entre "partido" y "partido". ¿Por qué tiene él que ser respetuoso con la Ley de Dependencia, por ejemplo, si a él lo que se le da bien es reventarle la cara al portero? Y a ti mismo, rojo de mierda, perroflauta, guarro... Sin que se le conozca a Mr. Desdén habilidad alguna con el balonmano, que ya es ser lo peor del recreo y como para juntarnos todos los escuchimizados y estamparle su cara de huelepedos contra la fuente que decía antes, entre Don Pío Baroja y el Último Desahuciado.