lunes, 28 de febrero de 2011

EL CAMINO DE LOS NIÑOS ISLANDESES

Una pequeña reflexión infantil y una llamada también infantil. Después de la crisis habrá otra crisis. El euro es la medallita del Sagrado Corazón de Jesús de la misma iglesia que congrega a banqueros y políticos. Nos hemos creído todas las supersticiones de la Democracia y ahora somos niños aterrados en la noche. Sin cenar, por nuestro bien. Llorando, pero porque nos hemos merecido la paliza. Niños huérfanos obedeciendo a sus padrastros malvados y deshonestos, trabajando para ellos, alimentándolos, engordándolos, satisfaciéndolos en todo; niños aturdidos por sus drogas, sometidos a sus abusos de poder (sexuales, chantajistas, de reglamento, por ley, por mayoría de ellos solos) y neurotizados con sus hechicerías, somatizando en dudas, deudas, paranoias y sarpullidos masoquistas sus verborreas de curanderos. Los Mercados dragones ahí fuera. El Bienestar Social cínico. El lúgubre rezo a los Derechos Humanos. El pestilente sol de la Igualación. Los pantanos de la Justicia. Las "Bancas" "Éticas". Primero "Banca", y luego "Ética". Las "Redes" "Sociales". Primero "Redes", y luego, "Sociales". Escuálidos niños de postguerra de la guerra que mató a nuestros verdaderos padres. Los principios. Los valores. Los ideales. El corazón del hombre. De los Hombros y de las Hombras. Sí. Los Principios. Fueron algunos y muy respetados. Fundamentales. Importantísimos. Tenían nombres propios. La Libertad. La Igualdad. La Fraternidad. Banderas sin Estado, palios laicos de la Individualidad, la Rebeldía, la Autenticidad, la Independencia, la Nobleza íntima sin bisutería de blasones ni títulos de aristocracia... El Ser Humano como Ser Bueno y Ser Generoso por encima de cualquier otra consideración enfermiza que trataran de inculcarnos los inhumanos con rostro y sin rostro que agitan el caldero con los rabos de lagartija de ser los Representantes del pueblo, los brujos de la voluntad popular y los mediums ante los crueles Dioses de la Economía y sus acongojados creyentes, sus aturdidos pecadores aguardando arrodillados la penitencia, el castigo, la absolución, el milagro... El sagrado derecho a la insumisión, entonces. La apostasía. La Blasfemia instintiva, desobediente, inmediata. La sagrada apuesta de la propia vida en conseguir la derrota de todos los malos padrastros hijos de puta allí donde traten de imponer su mentira, su codicia y su intención perversa. Cuanto menos, por no ser cómplices de esta infamia histórica. Cuanto más, por morir con honra y no en una cuneta de fumador, una silla de prejubilado, un puente de desahuciado o una cola de trabajador innecesario. ¡Maldita sea! ¡Cojones! Cualquier polvoriento revolucionario del XVIII brillaba más que nosotros. Cualquier fusilado republicano estaba más vivo que nosotros... Y en otro Orden de Cosas, cualquier puto Papa pederasta del Renacimiento era más considerado con los niños de su alrededor que estos cerdos políticos y gobernantes con nosotros (de derecha, de izquierda o estratégicamente céntricos como el Corte Inglés). Con nosotros, los niñatos ciudadanos que dejamos de leer mapas por nuestra cuenta y que escuchamos tiritando sus cuentos de terror y opio en la peor y más estúpida noche de nuestras vidas. El Norte de África ha reventado por algo tan simple como el pan y algunos canales más en la tele. En Málaga hay un Camino de los Ingleses. Ya va siendo hora de que tomemos el camino de los niños islandeses. Sin mi siniestro tono bíblico, pero algo parecido sugiere también Isaac Rosa. Un a tomar por saco la bicicleta desde el corazón de la misma bicicleta. En Europa. En España. No sé por dónde comenzaría el lanzamiento de bicicleta. Tal vez por declarar enemigos públicos a todos los políticos. Lo más infantil va a ser lo que funcione. No se lo esperan.