domingo, 23 de junio de 2013

LO MEJOR QUE SE PUEDE DECIR DE UNAS CROQUETAS


Algo leí de Javier Tomeo que no me disgustó, pero que tampoco recuerdo. Un cuento, supongo. Su figura, por no decir el borrón de su nombre, forma parte de la memoria difusa de los escritores que ya estaban dados, como cartas. Los Pombos, Los muchos Goytisolos, Los Moix, Los Marsé, Los Marías, Las Montero, Las Grandes... Paisaje. Temperatura más o menos estable. Y para el joven palurdo que venía a la luz de los fluorescentes y el frío, la morgue. Injustamente, claro. A diferencia de mis injusticias con Llamazares o con Muñoz Molina, Javier Tomeo acaba de morir. Creo que me pondré a leerle en cuanto saquen su obra en DVDRIP (inquietante terminación). Si el maravilloso, exuberante, ocurrente y divertidísimo Juan Benet dijo de su escritura que toda ella eran simples croquetas con idéntico sabor, ya no me cabe duda de que Javier Tomeo es un autor magnífico. Descanse en paz.