miércoles, 7 de agosto de 2024

AURELIA EN EL RECUERDO


Me dieron ayer una noticia espantosa: "Ha muerto Aurelia". Me la dio Teresa, una amiga, desde Torrejón. Se ve que salgo poco últimamente por el foro... Pensar que me voy ahora a la calle y que no la veré más... Hace miles de años la dibujé con su cara feliz de los bares, su luz de fiesta, sus kilos de vividora, arriba (sí, es ella, con Corel antediluviano), Aurelia, casi diría que en la Taberna de los Navares, con una copa de vino en la mano, un cigarrillo rubio en la otra, y con la Chus poniendo cañas a su espalda, Raquel vendiendo tabaco y ajetes en la puerta, y a lo mejor Tomasito eufórico en pleno Camino del Hoyo jaleado por palmas, quizá un fotograma antes, un fotograma después... Así la conocí de primeras y así me divertía y lo pasaba en grande escuchando sus coplas gaditanas (tenía siempre medio corazón en Andalucía), sus incendiarias soflamas comunistas (compartidas), sus berrinches contra la injusticia (solidarios los dos), el recuerdo de sus tardes riendo por las calles y los garitos de Cádiz, ese arte para el humor, sus recuerdos de cuando estuvo invitada en un viaje a China y lo pasó reguleras, o aquella vez que se descojonó al final de un mitin del PCE, delegada de algo en el escenario (una luchadora feroz por la vivienda pública y contra los desahucios), cuando ella y dos o tres gorditas más se vieron cantando La Internacional y su "en pie famélica legión" y se miraron entre ellas partidas de risa, en pie las "famélicas", qué lujo recordar su manera de contar el instante, eso era de verdad la política para ella... O escucharla cuando recordaba (siempre los ojos brillantes) las aventuras de su madre, la mítica churrera del bar Jesusín (quien lo conoció lo sabe) que reventaba con su clavel colorao' la grisura y la tristeza de los tiempos de Franco en el Madrid más castizo, sabe nadie si el Campillo de Manuela no tiene ese nombre por la "señá" Manuela en su honor, pero esta semana debe oler a churros y aguardiente y poltergeist hasta arriba (ven aquí, Iker Jiménez, que sales escopeteao')... Luego pasó un cáncer maldito que la quitó de fumar y adelgazó su cuerpo y su voz hasta dejarla casi irreconocible, aunque seguía siendo Aurelia en esencia, en frasquito pequeño, formato duende andarín por terrazas y plazas, coqueta, guapísima, bastante disminuida por el tratamiento y las secuelas de la quimio, naturalmente, pero todavía cantando y soltando frescas, lo que le daba de sí la garganta (empezó a hablar más por los ojos), ahora echándole cocaína al vino tinto (espesante) y miradas retrecheras a los varones de su gusto: una mirada "vegana" de Aurelia era más carnívora y depredadora que la de la adolescente más fiera de Lavapiés... Terror de fascistas, pánico de mediocres, martillo de tontos, tenía la gracia de quererte porque sí y no había más que hablar y te defendía el nombre y hasta la sombra como en una copla antigua, si le caías bien... Y nos caíamos bien. Yo le contaba chistes subidos de tono o raros de cojones y ella se reía a carcajadas, decía que "le alegraba la vida", y se pedía otro rioja con cocaína en la terraza del extinto Revuelta (esto también le habría sacado la risa o un codito de los suyos); yo ejercía de andaluz desastre y desclasado (con acento malagueño sólo cuando me acordaba de mi madre, casi como ella) y Aurelia se hacía la francesa con sus delicadas boinas violetas o rojas preguntándome por mi mujer o ciscándose en los políticos reaccionarios que nos estaban rodeando por todas partes, a nosotros, más rojos que el culo de un mandril, secuestrados por una patulea de fachas estúpidos y corruptos sin gracia ninguna... La he visto escandalizar a barras enteras hablando de su virgen románica... La he visto desconcertar a camareros con su pestañeo y su sonrisa guasona... La he visto convertirse en el centro de atención en los bares cuando se ponía en plan flamenca y de allí salía un amago de Carmen Amaya o la Pasionaria harta de vino y de razón peleando contra un abuso o despotricando contra los bancos... La he visto subir Lavapiés arriba con una bolsa de la farmacia con más elegancia que Greta Garbo llevando un foulard en la mano... Ah, aquel cumpleaños suyo en el "Mano a Mano", tanto amor, tantas risas y tanto arroz distinto y exquisito rodeada de amigos, regalos, canciones, bulla, disparates, el cocinero dándolo todo, el restaurante entero alborotado... Su pena, su cabreo, por tener que hacer puré con aquellas recetas y aquella maña que se daba para la cocina que hasta las vecinas salían ávidas a las ventanas a preguntar qué delicia estaba guisando la Aurelia y era un cordero con patatas o unos flamenquines al Oporto de chuparse los dedos, pero que irremediablemente tenía que pasar por el chino si quería catarlos ella misma por culpa de las secuelas del cáncer... Qué tontería acordarme ahora del negocio con que íbamos a reventar la Nasa envasando esos purés y haciendo pastillas para los astronautas, mejor si eran astronautas españoles, que con eso ganábamos la carrera espacial fijo y a los extranjeros una píldora de cocido madrileño les iba a dar diarrea, pobrecillos... Hoy te hago puré con el Taj Majal como si fuera un monumento funerario en tu honor, Aurelia, una escultura de tocino de cielo con la Torre Eiffel, que estamos de olimpiadas, y un gintónic gigante, pero gigante de dar buena sombra y con pompitas chulas (nunca nos faltará la risa) al puto Valle de los Caídos, por toda la verdad, la honestidad y la alegría de vivir con las que te paseaste entre nosotros porque sí, porque era tu barrio y porque éramos tu gente... Descansa en paz, amiga. Que la tierra te sea leve. O el aire. Ya puedes levantar del todo los brazos. Y unas bravas con cervecita en cuanto pueda. En tu recuerdo.