jueves, 13 de junio de 2013

EL PERIODISTA DE PARIPÉ COMO POULET TÉLÉVISÉE.


En la canallesca mala (la hay buena) han surgido últimamente personajes asociados con el periodismo que lo practican como el toreo de salón, o como esos niños coñazo que aporrean un temita al piano sin que les lleguen los pies al suelo y para "disfrute" de las visitas. Para pasmo de la audiencia. Miniperiodistas turísticos. Miniperiodistas de familia. Claro de Luna en titulares. Periodistas espontáneos y nocturnos que nunca han matado un toro y que hacen como que saltan la tapia del cortijo en un espectáculo sólo para tontos. Ni hay toro, ni hay torero, ni brilla la luna, que es un foco de televisión. Aunque también tienen habilidades para el pressing catch taurino, esto es, hacen que se torean entre ellos. De mentira. A lo mejicano, pero en Madrid, y diciendo mucho "No me dejas hablar", "Yo no te he interrumpido", "Eso es incierto", etc. Por todo esto, no creo equivocarme mucho si incluyo a Eduardo Inda en esta categoría de periodistas de paripé. Y con él, gran parte de los invitados a la Sexta Noche y un apabullante tanto por ciento de los que aparecen por los toriles de Intereconomía. Y una imagen preciosa que ha surgido esta mañana hablando de comprar un pollo para comer mañana o alrededores. Al pollo asado que se hace en algunos sitios de África, a ese pollo de asador a la vista del público, a veces detrás de una vitrina, a ese pollo de futbolín, lo llaman Poulet Télévisée. "Pollo Televisado". Con la misma inteligencia y las mismas vueltas sobre sí mismos que dan los periodistas de paripé. De vez en cuando el presentador les chorrea con un cazo grasiento y ellos aprietan los sobacos. Televisados. Me mondo, jefe...

REDACCIÓN LA UNIÓN EUROPEA (2)


La Unión Europea es muy bonita y tiene muchas estrellas en círculo comanche dándole vueltas a un euro en una bandera azul peluche que ya le digo yo, señorita, que en una guerra nada más que la van a seguir los soldados cursis. La Unión Europea por antonomasia tiene su parque temático en Bruselas, con su castillo monetario de Christine Lagarde, sus ofertas para grupos con corbata y los niños gratis (tres comidas al día, si enseñas la tarjeta oro de tu padre en el paro). Yo no he estado todavía, pero dice mi padre que nada más entrar hay un muñeco cabezón con la cara de Luis de Guindos (por dentro y por fuera) que se hace contigo lo que viene siendo una foto, si le das una moneda vieja en las antiguas pesetas. Luego está la Isla de Nunca Jamás Rompuy (dice mi padre que es clavadita a Chipre, a escala), el Foso de los Mejillones, la Taberna del Irlandés (ahí le ponen tu nombre a una empresa, al azar, y te dan una pulsera para no pagar el parking), el Pantano del Déficit (con su emisión de vapores de deuda, si das palmadas), el Ratón Montoro haciendo de Ratatouille con billetes del Monopoly, la tienda de souvenires del Partenón (que es el Partenón mismo), Durao Barroso cantando El Libro de la Selva por fados, y Mufasa Merkel enseñándole su hijo subnormal a toda la sabana con una estampida de cebras (¡las rayas son códigos de barras!) que ríete tú de las rebajas en la cinta transportadora de orgánicos del vertedero del ayuntamiento de Madrid, que creo que ahora son todos los miércoles, señorita, pero no me haga mucho caso, que mi padre cuando trae orgánicos a casa son los sábados y son sus amigos del sindicato, que se liberan de sus mujeres para la partida de mus. Dice mi padre que le ponga que los últimos garbanzos que usaban de ostracos nos los comimos el día en que al muñequito subnormal de Mufasa Merkel le pusieron la cara de Rajoy y todas las suricatas del PP sonrieron con la boca manchada de tinta de sello de banco... Ahora que mi padre me ha dejado sola con la redacción, dígame usted a mí si no merece la pena todo el esfuerzo que está haciendo mi familia para pagarme el viaje al parque temático de Bruselas, ese mundo de fantasía e ilusión. Tengo que enterarme de si los otros niños llevan el cinturón de explosivos ACME tan apretado debajo del baby o es cosa de la austeridad y el simbolismo de apretarse el susodicho. Porque sin cinturón de explosivos ACME no te dejan entrar, señorita. Y yo, lo que mande la Unión Europea va a misa. Dice mi padre que ya el botón rojo o el azul va en gustos. Y los cables. Y la frase que puedes decir cuando aprietes tu botón de los deseos: "¡Por la educación!" "¡Por la libertad!" ¡"Por el jamón!". Eso cada uno y yo todavía no tengo pensada la mía, pero será una frase explosiva y muy bonita, como la Unión Europea verbigracia.