martes, 26 de noviembre de 2013

LA FACTURA DE LA SILLA ELÉCTRICA


Ayer leía que en España se estaba ejecutando un desahucio cada quince minutos. Si se estuviera "ejecutando" literalmente cada quince minutos, del verbo ejecutar, del verbo fusilar, hace ya tiempo que nos estaríamos defendiendo de otra manera. Con otro "por favor, no me haga usted la vida imposible, señor fascista". La violencia es tan desproporcionada, la que ejercen ellos y la respuesta que encuentran por nuestra parte, que da bochorno. Da vergüenza. Da una tristísima pena de derrotados sin haber siquiera abierto la boca. "Si te miran por encima del hombro, es que estás arrodillado". Echan a la gente de sus casas porque los bancos tienen que seguir depredando, a pesar de habernos robado ya 60.000 millones. Con su ley en la mano. Sus leyes en la punta de las porras. Tienen derecho a destrozarnos. Tu vida es suya. Y ahora con el frío, tu calor, tus alimentos y la salud de los tuyos: el concepto de "pobreza energética" para acabar de diezmar a la población rebelde. ¿Que no puedes pagar tus facturas de la luz y del gas porque te quitamos el trabajo que tenías? Te cortamos el suministro. Sigue en tu casa, pero será invivible. Helada. A oscuras. Sin gas para cocinar. Con las velas de posguerra y la radio bajita con las pilas a punto de acabarse. Sólo el año pasado se le cortó el suministro a un millón cuatrocientos mil hogares. Si esto no es una puta guerra, no sé cómo se sintieron los polacos cuando Hitler entró a saco en Varsovia. Con la diferencia de que aquí vemos a los invasores todos los días por la tele y explicando lo buenos que son fusilando. Y lo de las eléctricas en este país es para sentar a todos sus capitostes en un una silla de las suyas, eléctrica. Un sofá eléctrico, para que quepan todos. Tenemos visita de hijos de puta, madre. Espera, que le doy a la luz... Pago yo la factura de lo que cueste el calambrazo. La subida de tensión. El cortocircuito democrático. La fritura malagueña de toda esta morralla fascista... Después de que nos cobran por el sol, después de que les estamos pagando el impuesto revolucionario por no hacer de España cincuenta Chernobyles, ahora te cortan la luz y la calefacción a la que tu nómina alcanza los cero grados. Porque pueden. Porque es su negocio. Porque se trata de ganar dinero y tu vida les importa una mierda. De entre todos los caretos de Iberdrola, Sevillana o Endesa (alimañas repugnantes de verdad), he pintado a uno de los más infames, por lo meloso y abuelito que sale el cínico en cien fotos, el presidente de Gas Natural Fenosa, el panzer de la energía de este país, Salvador Gabarró. Y su sonrisa de helarte de miedo.