martes, 2 de abril de 2013

LA CHELITO FRANCESA


La sombra de ojos que mejor le sienta a esta mujer es la de un billete de quinientos, pero en su languidez de anoréxica gorda todavía quiere convencer al universo mundo de que lo suyo es el arte, el amor y la poesía, por eso hizo una lista de la compra susurrada en Quelqu'un m'a dit", se casó con el sumamente amable Sarkozy, y le debe un pastón a la hacienda francesa, en rima contante y consonante. Todo al revés, como Carla en las novelas de John Le Carré. El primero un ruso y el segundo un inglés. La chanteuse de bombón helado que te canta como si a la radio se le estuvieran acabando las pilas y a los treinta segundos ya casi estás perdonándola por francesa pitiminí y musa de heroinómanos, pero en seguida te viene a la cabeza que es lista como una gata en la matanza, con el agravante añadido de su fortuna como un yunque marca "pompadour", y pasas de ella por lo nacional, si por desgracia cupiera la comparativa. Para una arcada fina, la mejor imagen es la de Anne Igartiburu cogiendo la guitarra. Aig. Para una arcada con eco, aiargh, imaginarla en el Elíseo, sector alcoba, haciéndole en salto de cama el número de la pulga a Sarkozy, como La Chelito. Esa pulga en pleno puenting suicida desde la primera gárgola de sus ijares, brillo de maldad, ping. ¿No había otra con quién meterse, salao? Supongo que sí, pero es que además la gorda estirada ha llamado pingüino a Hollande, que es casi meterse con uno de los nuestros. ¿Por rojo? Bueno, es francés. Por rosita, en todo caso. Ana Torroja también ha defraudado a Hacienda, ¿sabías? Y Hacienda me ha defraudado a mí, no te jode. Que me dejes.