jueves, 22 de marzo de 2007

EL CORAZÓN EN LA CABEZA


Lo mismo que hay gente de ideas fijas o de conducta recta o de moral de hierro, hay mujeres de sentimientos cuadrados: la boda soñada (es decir, la boda prevista), el marido honrado y fiel (es decir, el mueble elegido), el hijo de provecho (es decir, la secuela), y el futuro perfectamente desplegado ante sí con números, casillas, nichos y nietos. Es la viva imagen del personaje de Mafalda, Susanita. Pero esa obviedad en las conversaciones y en el comportamiento ha de ocultarse, si no se quiere recibir un tarrazo del varón más cercano. Así que estas mujeres de sentimientos cuadrados te atacan con el disimulo. Y lo mismo es una malabarista de pelo rasta que una decadente escritora que se muere por ser la Pizarnik (y no se morirá nunca). Detrás de sus cócteles molotov o de sus polvos en la tapia del cementerio, hay un niño azul con los ojos rubios, una hipoteca que pagas tú, y un satisfactorio y civilizado divorcio que te arruinará la vida. Para reconocerlas antes de que sea demasiado tarde hay un procedimiento infalible. Miradles las pupilas cuando contemplen la luna llena. Igual que a los vampiros les delata el espejo donde no aparecen, a las mujeres de este tipo la luna se les refleja en las pupilas en forma de perfecto cuadrado. Momento de salir pitando.

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