jueves, 22 de marzo de 2007

COSAS DE LOS PARQUES


Los parques se hacen a regañadientes y se vigilan con helicópteros y tipos pedestres a los que no les gustan los parques. Y los que diseñan los cacharritos para los niños nunca han sido niños o nunca se han tirado por un tobogán con el culo ardiendo. Hacen armatostes con mucho palitroque lamido (sin aristas) y mucho caucho (sin chichones), pero son injugables: los niños se acercan a ellos, los estudian, prueban; y no le ven el lado divertido por ninguna parte. Ni subiéndose, ni estándose quietos, ni buscándole el número pi por los bajos. Sólo les falta poner cinturón de seguridad en los columpios. Una pena, porque los críos están prefiriendo la consola (y yo). Otra cosa es la mierda que han hecho en Tirso de Molina. Con la excusa de poner un Mercado de las Flores (por Dios) y echar a todo el nirvana de rojos, punkis y borrachos, han montado una chicane y un trampolín para coches de policía y ambulancias (esto último se agradece). Aparte de que de flores nasti, la subida de precios de las terrazas y de que el nirvana no se larga ni con agua hirviendo, han puesto un parquecito high design para niños high gilipollas (y en este barrio no abundan). Al primer niño que se entretenga ahí es porque en su casa le dan palizas de muerte. Consolas al margen, a los críos les va mejor la calle para jugar (sí, en Lavapiés sí). Suelen ser esquinas con bares y con sus padres dentro. Mayormente fútbol. Y unas veces sí, y otras también, se dan buenos pepinazos, y hay risas y adultos cascarrabias chillando. Pues como tiene que ser, leche. Otro día le saco una foto al Guggenheim Disney de Tirso de Molina. Acabará en el Museo de la Inquisición de Toledo. Al tiempo.

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