sábado, 27 de enero de 2007

TUBINGAS (4)




No estoy racional. Otra cosa es que lo sea.

La gente deja el tabaco. Nadie lo toma. La mayoría empieza.

Ensoberbecer en transitivo. Ensoberbecerse en reflexivo. “Serbodrogata”: toxicómano balcánico.

Cuando dejo el cerebro al ralentí y me salgo fuera a echarme un cigarrito hay veces en que me dan ganas de llamar a mi madre y preguntarle dos o tres cosas.

A todos los muertos les llega su San Martín. Pobre Mozart el año pasado. Pongo el Réquiem con miedo. En los primeros compases todavía no se nota la charanga de bienvenida de pueblo… Sigue así… Sigue así… Bien… Bien… Qué magnífica manera de estar muerto, amigo, y cómo te soplamos la polla todos los demás. Mis respetos. Georgie Dan no se morirá jamás de esa manera.

Ahora es El Muro. Nos estamos haciendo viejos esa hiedra y yo.

¿Puedo poner a Supertramp o es ya demasiado, madre?

Nieva en Almería. Esa carta blanca era para Madrid, joder. Nieve en Almería y geranios en los tanques alemanes. No estamos preparados para que Bush reconozca el cambio climático. Pienso en la cara del Persidente. Ojos empequeñecidos por concentrarse tanto en su propio miedo. También son efecto de una estupidez con instinto de conservación. Nieva en Texas.

Buscar la tumba de Mihura. Enseñarle una foto cualquiera de Aznar Importante.

Pensar en los políticos, en los dirigentes, en toda esa mierda. Bocinazo de Harpo. Mejor.

Baby do you think they got the bomb? Nieva en Almería.

Pensar en los políticos, en los tiparracos de las tarimas, en toda esa porquería. Sonrisa de Burt Lancaster. Mejor.

Arrecia el frío ahí fuera. Si has leído a Knut Hamsun, ese frío está caliente. Hablo del viento. Los malagueños sabemos tanto del viento por Tarifa, que está en Cádiz. Un malagueño puede haber leído a sus paisanos –Altolaguirre, Emilio Prados, Picasso, Banderas- y seguir pensando que Pemán, gaditano, era el hijo de puta con aires que le puso letra al himno, cara a los billetes y firmó fusilables. Un malagueño puede saber que el frío está caliente gracias a Knut Hamsun y seguir pensando que Noruega se rindió demasiado pronto a los nazis, pese a HAMBRE.

Cerebro al ralentí. Demasiado pronto para llamar.

Es bonito ponerle un panamá a la lechuza de porcelana –Tribuleta para los amigos- y acordarse de los dos pirados que te la regalaron: El Gran José, que en paz descanse con un chispacito, y Darío I de Lavapiés, ahora en Sanblás –la gente lo escribe separado, pero allí es que no hay santos o se obvian-, calle Orfebrería, bajo rehabilitado, rampa suave para ensimismados con muleta. Regalar una lechuza a un zote… Qué cojones. Como si fuera una perdiz de reclamo. Primera risa.

Le saco una foto con la webcam y la pongo.

Este cuaderno va teniendo el mismo sentido que un botijo. Boca pequeña, boca grande, fuera sed.

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