viernes, 3 de febrero de 2023

ALMAS EN PENA EN INISHERIN Y OJALÁ QUE MÁS LEJOS

Como el título indica, ojalá que disfruten de esta película todos los que quieran pasar un rato de vacío rural con fondo de violín y psicopatías de tedio congénito en un paraje perdido de la Irlanda más perdida en una pequeña isla. La comencé a ver porque me gustan sus dos actores principales, Colin Farrell (arriba) y Brendan Gleeson, y juro que tenía muy buen feeling. A los diez minutos pensé que sólo me iba a aburrir como una ostra con un argumento famélico y hasta absurdo, tipo placebo para abúlicos. A la media hora me estaba cagando por las paredes en la puta madre del guión y del director por el mal rollo que destilaba la cinta y la insistencia patológica en hurgar en la pamplina irritante con consecuencias. El único personaje que me sostenía un pelín con la película era una burrita enana de lo más simpática pero que al final... Puaj, sin spoilers: no sabéis a qué punto cardinal de la mierda acabé mandando la dichosa película. Con enfado tremendo por los aires y las nominaciones para los Oscar con los que se presentaba y la pinta engañosa de sus tráileres... A menudo no me gusta coincidir con Carlos Boyero, pero hoy dice algo parecido a lo que yo pienso en El País. Lo del mal rollo no lo avisa. Seguro que ya sabía que lo iba a pregonar yo. Se la desaconsejo fervientemente a todos los amigos a los que llego a tiempo. También es una buena piedra de toque para calibrar relaciones. Si al otro o a la otra les gusta, algo pasa, oye...

 

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