miércoles, 4 de abril de 2007

BARRAS

Como en los cascos de los barcos viejos, en sus quillas, hay barras con clientes adheridos, antiguos borrachos incrustados, barras con tal lastre y tales monstruosidades en su línea hidrodinámica que no se sabe como siguen flotando ni de qué manera consienten gobierno. Cuando entran en dique seco, esa quincena de vacaciones que se aprovecha para una limpieza más a fondo, a los clientes de toda la vida también les pasan un trapo. Conozco protuberancias de barra con nombre y apellidos que es cuando peor lo llevan. Sin embargo, pese a la dependencia, y en lo que respecta a la barra en sí y como línea divisoria, seguimos estando en el lado correcto. Sus y a ellos.


Pero sobre todo a ellas.




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