viernes, 23 de febrero de 2007

LÁGRIMAS CON RECETA


Por lo "visto" hay lágrimas que se recomiendan. Las venden en frasquito en las farmacias. Como los colirios, pero de nombre lágrimas extrañas. La gente que tiene problemas de parpadeo, o de lacrimales (supongo), tiene que usarlas de vez en cuando si no quiere agarrarse una conjuntivitis. Para verle el romanticismo a ponerse lágrimas de fuera hay que echarle un ojo distinto. Es agua salada con alguna cosita mineral, algún lubricante de pupila, algún aceite para niñas... En la etiqueta del frasco se pone un poema horrible o una esquela o la foto del feo de Rubén Darío o a Walt Whitman cagando románticamente. Salinger se descojonaría, claro. Lágrimas artificiales para un mundo que se acaba. Parece ser que también está muy de moda recetar, recomendar la risa. Ríase, hombre, y se le pasan las ganas de suicidarse. La estúpida risoterapia. Lo mismo que fingir un orgasmo. Estupendo. La risa o viene o no viene, no se la llama. No se la puede meter en frasco. En películas sí. Y en libros. Y hasta en bares. Pero por ahí van poco los médicos. Y la conjuntivitis. Por eso siempre es mejor una copa que llorar. Y eso que la copa también es extraña y viene de fuera, aunque se llore por otro sitio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario