sábado, 24 de junio de 2017

MONTANDO LA GUARDIA EN FERRAZ


Mi único trato real y tangible con los canadienses, más bien con las canadienses, tuvo dos momentos: 1) Mi compañera en sexto de EGB, Veronique Lemieux Houle, una rubia aguerrida de Montreal que hablaba mejor castellano que yo, y de la que guardo casi más recuerdo de sus apellidos que de su cara, aunque probablemente les falten acentos; y 2) Las tiendas canadienses de tres mástiles que usé en el Albergue de Entrerríos durante las acampadas estivales con los críos en las salvajes tierras del Yukon / Sierra de Mijas... Pero es probable que tarde o temprano acabemos intercambiando naranjas por pieles de oso con los canadienses. Sombrillas de chiringuito por cabañas de troncos. Gitanos de tablao por punkis mohicanos... La cosa está en que los acuerdos de comercio con Canadá siempre hacen que nos cuestionemos nuestra escala de valores geopoliticos y es una constante invariable en nuestra vida, desde Marbella a Muxía, desde Isla Antilla a Canfranc... "¿Ya estamos otra vez con el posible Tratado Comercial con los canadienses?" Se preguntaban nuestras abuelas y nuestros tatarabuelos... De generación en generación, los mismos dilemas... Leonard Cohen, Bryan Adams, Alanis Morrisette... O Sabina, David Bisbal, Amaya Montero... Alice Munro y Margaret Atwood o Rosa Montero y Lucía Echevarría... El nuevo capitán de la Policía Montada de Ferraz dice que lo mejor es abstenerse en la coyuntura actual, no sea que se hermanen las ciudades de Quebec y Cornellá y nos salga un gazpacho plurinacional de sirope de arce y crema catalana que no haya manera de explicarlo con la social democracia ni con la chorra gastronomía... ¿Cómo te vas a fiar de una gente que tiene a la reina de Inglaterra en leasing y que pueden hablar igualito que Edith Piaf si les da la gana?

No hay comentarios:

Publicar un comentario