viernes, 26 de agosto de 2016

MENOS MAL QUE NOS QUEDA PORTUGAL, PERO A POR ELLOS



Más a gusto que una sardina en Portugal, no he echado de menos España en absoluto. De acuerdo, estaba Lisboa hasta arriba de paisanos, pero no era ésa la razón, por supuesto. Había otra cosa. ¿Más alegría en la calle? ¿Más soltura? ¿La liberación de la distancia, aunque fuera mínima? ¿Gatos por la Calçada de Santa Ana? ¿Negros sin miedo a la policía? De vez en cuando cometía la estupidez de mirar de reojo alguna portada de periódico español todavía en su tendedero. Los titulares retorcidos  y pestilentes de El País, los de El Mundo, La Razón... Las pantallas monitorizadas de un cadáver. La puta política... Y sentía asco. Como una arcada telepática en sintonía con la gorda demente de la celda de al lado. De acuerdo, en Portugal también están encerrados a su manera, pero no tienen al carcelero baboso que tenemos nosotros ni a los otros aspirantes a alcaide de mierda en lugar del alcalde de mierda de siempre... La sensación se me pasaba con más viño verde, con más Sagres, con más cuestas... Pero me rondaba la idea tonta de qué ocurriría si no volviera a España. Cómo podría ganarme la vida en Portugal y cómo rehacer todo mi futuro para no volver a vivir en un país putrefacto... Y más Sagres, claro. Y más pasear por Intendente, el Lavapiés de Lisboa. Al final he vuelto, ni que decir tiene (todavía sin la maleta). Y esta mañana he sentido la curiosidad de ver el partido que le ganó Carolina Marín a la india Sindhu con la ceremonia de la medalla de oro incluida... Y es que no valgo para antiespañol. Ni de coña. Con la chorrada del Badmington y la que puedo liar. Un absurdo. Así que a ver si arreglamos esta puñeta entre todos y nos dejamos de mierdas de una vez por todas. A currar. A raquetazos o con lo que sea. A por ellos.

1 comentario:

  1. Pues qué bien, Lob... Regresas de Lusitania y servidor hará una escapada para allá la semana que viene. Solo por la tangente, que el destino hostelero está en la última ria gallega, la más baja de las bajas, la más modesta y la más limpia, la más normás; a tiro de piedra de la frugal Caminha, la de los bellos cementerios de rosas y libros de piedra. Y Portugal obrará como un sedante, un depurativo de lúcida modestia, como un melancólico capítulo de la "La ilustre casa de Ramírez", de Eça de Queiroz. Visitar aquel país -partiendo de este- es como ponerse un depurativo, un laxante, una transfusión de mesura y de buen juicio. Horrenda patria esta nuestra de ahora...
    Recuerdo que en los años de la Transición impostora, viajaba yo por tierras natales de Humberto Delgado... Unos campesinos en edad provecta caminaban bordeando la carretera comarcal y yo me detuve a preguntarles algo que ni recuerdo. Salió el tema del general patriota (asesinado por la PIDE en Olivenza) y hablaban de él con humilde orgullo. Y Franco..., mencione a nuestro inolvidable prohombre... Una mujerina de aquellas, que llevaba puesto un sombrero de paja y unas sayas hasta los tobillos me dijo algo sobresaltada: "... mas Franco é um fachista!" Aquellos labriegos sabían que Franco había sido un fascista sanguinario: bastantes de nuestros jóvenes universitarios de hoy no lo saben.
    Ay Portugal, por qué te quiero tanto!

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