viernes, 23 de octubre de 2015

CONGRESO INTERNACIONAL DE CANÍBALES EN MADRID


Hace unos días, Madrid se vio invadida por una horda hambrienta y pestilente de señores con corbata y señoras con traje chaqueta. Arrastraban sus zapatos de piel humana por parquets de Bolsa, ocupaban estrados, tribunas, atriles, se abrazaban a sus maletines de refugiados de la Banca y proferían alaridos liberales al unísono reclamando más desigualdad y que se aplicaran los artículos de la Convención de Ballantines y la Declaración de Davos sobre los Derechos Fundamentales del Alambre de Espino contra el sabotaje y las mentiras del populismo. Pedían agua de marca, bocadillos de carne de niño, se olían los bolsillos de atrás de los pantalones y, si detectaban un macho alfa de la depravación, había hostias capitalistas por ser los primeros en lamerle el interés de la deuda debajo de una tienda de campaña política. Hace unos días, Madrid perdió la oportunidad de encerrarlos a todos en un Centro de Detención, y tirar la llave.

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