domingo, 5 de julio de 2015

DÍA DEL ORGULLO GRIEGO


Cuando termine el día la pequeña aldea seguirá humeando como ayer. Los lobos de las colinas que la rodean seguirán allí también y la llegada de la noche apenas refrescará sus caras manchadas de tizne y angustia. Pero habrán decidido juntos con qué mirada enfrentar al enemigo. Sólo la mirada. Desarmados, enfermos, heridos, sólo la mirada. Ese orgullo. ¡Peán! Y que vengan.

12 comentarios:

  1. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.
    Al de aquí le tiemblan las piernas; piensa que ha hecho el primo lamiendo el culo a la Merkel.

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  2. Has sido perspicaz, Marián (te separan una letra y todo un Egeo de Mariano, ya ves): lo que más les va a doler a estos desalmados "de aquí" es que, con el NO, quedará en evidencia su rastrera y vil subordinación a Merkel kaiseresa. En lugar de hacer frente con Grecia, como país igualmente damnificado por las garduñas plutocráticas, nuestros fachas patrios han sido agresivos y malignos con aquel país como pocos otros. Qué vergüenza...·
    Quedará patente que lo que procedía era plantar cara, espalda con espalda con los griegos, para hacer frente a la dictadura despiadada de los ricos sin escrúpulos (¿habrá de otra laya?), en lugar de vender el país como se vende una bestia de carga.
    Me puede el asco y quiero -en estos minutos precedentes a la publicación de un NO cantado y contundente (pese a la vergonzosa tendenciosidad de los medios hispanos) distender un poco el capote y obsequiarte con un relatillo de cosecha propia y que habla de los griegos. Al gobierno y a su corte de mangantes, les mandaría a alguien que les hiciese otro griego. Algunos hasta me lo iban a agradecer. Que sí.

    IFIGENIA

    El joven mercader de ánforas la vio en la cubierta y quedó prendado de semejante hermosura. Decidió raptarla aquella misma noche y huir con ella hacia la patria. Al ver que los remeros dormían sobre los bancos, en un descuido de los hoplitas trepó por el timón y bajó al sollado en donde Ifigenia lloraba su desdicha. Le puso el índice sobre los labios y, tomándola de la cintura, se deslizaron por uno de los remos hasta el agua. Con la mujer a la espalda, nadó el brazo de mar que separaba al barco de las murallas de Áulide.
    Artemisa, que vio con simpatía el arrojo del joven bárbaro, insufló la brisa en las velas de la escuadra de Agamenón que, al verlas tersas, se olvidó de perseguir al audaz raptor. Además, se sentía secretamente aliviado por la suerte de su hija Ifigenia, ahora a salvo del cuchillo sacrificial.
    Navegaron veloces los aqueos rumbo noreste y en pocos días varaban los navíos en una playa frente a Ilión.
    Un mes más tarde, Ifigenia amasaba las pellas de barro en un alfar de Táuride.

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    1. Entre el Oxi y el relato de Ifigenia, parece que me hayan trasladado a otra dimensión.
      Cuanta paz en estos momentos de alivio.

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    2. Muchísimas gracias por la atención prestada y por esa versión de Ifigenia, tan original y a la vez tan ajustada. Mi capacidad de sorpresa no tiene limites, y mejor que así sea.

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    3. ¿Sorpresa por qué, Marián?

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    4. Bueno...sorpresa o asombro, o como quiera que lo llamemos, que una deje un comentario y otro comentarista le preste su atención...

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    5. Culpa mía, Marián, que no estoy a lo que tengo que estar. Gracias por comentar, moza.

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    6. Ya, ya, gracias a usted por poner los puntos sobre las íes :)

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    7. Marián, ¿eres tú la mujer de la foto, esa que mira hacia el "chateau" a través del vitral, luciendo uno esplenderoso liguero Dior, mientras se apoya en la barra de ensayo de ballet? De espaldas, la melena suelta... Solo que no veo que lleves el calzado adecuado. Sería una casualidad estupenda: yo he sido bailarín del ballet de Maurice Béjart, en Lausanne y, entonces, seríamos colegas. Qué emoción.
      B.

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    8. Ya veo...que tiene usted muchas ganas de sorprenderme...el trascurso de los días está lleno de casualidades, ya ve.

      Un beso al aire, de esos protocolarios.

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