viernes, 20 de junio de 2014

A MARINALEDA, CON UNA CAMISETA DE FRAGA

       

Uno no siempre ha sido rojo. Uno de pequeño era rojísimo. Digo pequeño entre los doce y los dieciséis años, cuando leía con la misma furibundia los textos sagrados de la Nueva Izquierda que las partidas sagradas de Bobby Fischer, el genio americano del ajedrez (Morphy carraspea en su tumba, pero bueno). Tal cual, a hostias con el capitalismo por un lado y a hostias con los rusos por el otro, en esa contradicción hormonal entre el corazón y la cabeza que con los años se resolvió a favor del caos, con la Nueva Izquierda hecha un mar de lágrimas drogadas en conciertos al aire libre, con Bobby Fischer huyendo de país en país como el Unabomber antiamericano de los Muppets, y con un par de novias completamente ajenas a la metafísica libertaria y, por supuesto, al ajedrez. Luego las babas corrosivas del Alien de la derecha, Milton Friedman ("Libertad de Elegir", nunca se lo agradeceré lo suficiente a mi profesor de filosofía de entonces, Juan Gavilán), tres o cuatro libracos glorificando el independentismo vasco, y unas cuatrocientas palizas en torneos de medio pelo (me levantaba de la mesa de juego con las gafas como Mortadelo tras un accidente), hasta quedar en rojo de bares y ajedrecista igualmente de café... Pero recuerdo que durante esos primeros años de mi fanatismo utópico me fijaba en la tele en un tipo que acababa de surgir del bando enemigo como un brujo en Ages of Empires. Más que un brujo, la versión SS de Hörbiger, uno de los cosmólogos desquiciados de Hitler. Un tipo pulido, afilado, inteligente, iluminado de números... Una estilizada e inquietante caja fuerte con gafas redonditas que en mi memoria aparece en blanco y negro, pero por asociarlo con los documentales de Leni Riefenstahl. Jorge Verstrynge. Contra su rubiedad robótica, el moreno de vacaciones de Felipe González. Y contra las frases aceradas y vertiginosas de esa flecha de la falange, el choteo de Alfonso Guerra. No sé lo que le ocurrió a ese artefacto de ingeniería liberal que se sacó de la manga Alianza Popular, pero aquel tipo desapareció del panorama político. Y es ahora, en estos últimos años de revueltas económicas y estafas institucionales, cuando ha vuelto a aparecer Jorge Verstrynge hecho un brazo de Mar... Rojo. No sé si le han dado cuatrocientas palizas dialécticas o si se ha echado veinte novias de la Teología de la Liberación, pero el caso es que Mortadelo parece inteligente de repente, y Verstrynge de izquierdas. ¿Qué les pasó a todos esos batallones de neuronas del mal invadiendo día sí y día también todas las Varsovias de los rojillos patrios? Misterio. El hecho es que la máquina rubita de pensar en contra de la igualdad se ha convertido en la ordeñadora de una cooperativa agraria... con canas senatoriales e hilo musical de Víctor Jara. Madre mía, la de leches que le he visto dar por ahí a los que eran sus antiguos compañeros de banda y de bando. Un espectáculo portentoso. Y, ayer, por fin, van y me lo detienen por negarse ante la policía a esconder sus señas de identidad con la república. Definitivamente, en el concepto basura de "reinventarse" (ese que usa lo mismo Ana Botella para ponerse un pepino en la cara que Verónica Forqué para explicarte un tic), debería aparecer la foto de Jorge Verstrynge. Un reinvento del profesor Bacterio al que va a haber que seguirle la deriva como el que lee un tebeo. La involución hacia delante. De "La Máquina del Cambiazo" al "Sulfato Atómico", extra, extra, un Jorge Verstrynge descomunal es detenido por republicano... Como si me da a mí por llevar una camiseta de Fraga a Marinaleda. El sindiós.



Foto ABC

2 comentarios:

  1. Bueno, el ser republicano no solo no está reñido con ser de derechas (ahí está Le Pen sin más), sino que habitualmente en España ( y salvo el ejemplarísimo ejemplo de la excepción, el ABC, je) ha sido un pensamiento mayoritario en esa corriente ideológica, por llamarla de alguna forma.
    Otra cosa es lo de este señor, algo que nunca he entendido.
    Tampoco lo de Ramón Tamames... y creo que alguno más hay por ahí.
    Pero en fin, Dios los cría y ellos se entienden.

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    1. Son como los Bodymuppet, que un día se meten dentro de Bob Esponja y al otro están dentro del Demonio de Tasmania. Lo malo es cuando se les mete dentro Bob Esponja, ponen la cara de Micky Mouse y hablan como Sin Chan. Un espectáculo. Yo pienso que lo hacen para cobrar tres sueldos, si cuela. Josep Piqué, sin ir más lejos, la metamorfosis de la rana, nen.

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