jueves, 1 de noviembre de 2012

HERALDOS NEGROS A CASCOPORRO


Llegado el caso, puedo creer en la rehabilitación de un asesino, de un ladrón, de un estafador, de un secuestrador, de un falsificador, de un drogadicto, de un terrorista... Pero nunca me creeré la rehabilitación de un violador, de un pederasta o de un banquero. Todos estos años a base de marisco en la cárcel le han dejado un rictus en la cara a Mario Conde que es el mapa de lo chungo que va este país, en cera. Que pudiera presentarse a las elecciones gallegas como un ciudadano sin tacha es una muestra más de 1) la mierda de ley electoral que tenemos, 2) la brutal vigencia de la escena del Lazarillo, el ciego y las uvas, y 3) de que no hay un sitio en España donde volvamos los ojos locos sin que todo lo vivido se nos empoce, como un charco de culpa, en la mirada. Con Vallejo, me pongo a contar los Heraldos Negros que se han puesto a llamar a nuestras puertas, esa legión de malnacidos en el gobierno, en la política, en la justicia, en la banca y en la iglesia, y nos vamos definitivamente al carajo como no hagamos algo contra tanta villanía. Pobre Bardem, por abrir la boca. Han llegado a un grado tal de prepotencia e iniquidad que esto parece un tebeo inverosímil. Un tebeo canalla editado por un psicópata. Pasan las páginas, pasan las páginas, venga malos, venga malos, venga malos... Y el niño aterrado porque está llegando a las últimas y el héroe sigue sin aparecer. El bueno. El que no puede faltar en un tebeo honesto. Por Noviembre ya y la sensación, con el niño, de qué puta broma es ésta...

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