lunes, 2 de abril de 2012

QUEDAMOS SUBCAMPEONES, CHE


Independientemente de la locura de los militares argentinos en su momento ( y cuándo no), el espanto de la Guerra de las Malvinas fueron los mil muertos (más los miles de heridos) y la abstracción de una masacre colonial por nada. Chulos de puta los ingleses con su revenida madama de mercería grande (Margaret Thatcher), que vieron hermosa la ocasión de probar sus cacharritos de guerra y sacar a que les diera el aire a sus robots de ojos rasgados entrenados para matar y comer arroz (los gurkas). En el interín, y bebiendo mate helado, los mojados, confusos y pipiolos soldaditos de a pie argentinos. Valientes hasta lo razonable, que era morir. También la obediente y obsoleta armada argentina. Pobrecitos los del Belgrano. Pero los otros, los del aire, fueron los pilotos más temerarios y suicidas que se vieran en un conflicto moderno (de potencia a potencita), quitando, tal vez, los pilotos inestables y eventuales que se cargaron las Torres Gemelas... Todo esto venía para recomendar una novela y punto. "Los Pichiciegos", de Fogwill. Por la deserción y el autismo frente a las putas guerras de los banqueros y las mal folladas.

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