miércoles, 14 de marzo de 2012

TORTUGAS CON DERECHO A VOTO

Hoy he tenido que ir temprano a la estación de Atocha. Sobre las seis y media de la mañana. No hacía mala temperatura fuera, unos once grados. Pero la zona del jardín tropical estaba atestada de peña durmiendo o intentándolo. No eran los diez o quince vagabundos de siempre, que también. Estaban ellos, algún chaval borracho, algún otro escapado de casa, dejado por la novia, carne de enlace de trenes, emigrantes a verlas venir dando cabezadas entre sus bultos, sobre el hormigón corrido, bajo las absurdas palmeras del Caribe. Pero sobre todo había mucha "gente normal". Muchísima "gente normal". Solitarios. Por parejas. Hasta por formas de vestir. Más abrigados (novatos), menos abrigados (por el azar de la circunstancia o más expertos), y gente a la que parecía haberle caído encima todo su tendedero. Y el detalle más triste: tíos y tías a los que no se les notaba la intemperie ni en la cara ni en los gestos: esa desconfianza nueva, ese miedo, ese rencor recién adquirido. Personitas que, probablemente, habían perdido sus casas hace poco. Y entre ellos, en sus raíles de patrulla ciudadana, los seguratas de Prosegur, no fuera que alguno roncara más alto o que su postura durmiendo alterara el orden público. Con todo, durante el poco tiempo que estuve, no echaron a nadie fuera, como suelen hacer. Eso, supongo, lo dejan para cuando esté nevando o cascando cinco grados bajo cero al raso... El caso es que allí también estaban dormitando las tortugas del jardín botánico, completamente a su bola (lo contrario sería raro). Cientos de tortugas con sus casitas, sus piedrecitas, su alimento conveniente, su temperatura regulada por un ingeniero forestal de las selvas de su puta madre y un teléfono de la esperanza conectado las veinticuatro horas con la Sociedad Protectora de Animales. Las tortugas con todos sus derechos en fila: casa, manutención, protección del estado, derecho de huelga, reunión y de libre expresión, aunque no lo usen casi nunca. Unas tortugas ciudadanas mejor tratadas que los humanos. Unas tortugas a todo confort mientras a unos centímetros de su estado del bienestar se parte el cuello un desahuciado contra una baldosa de paso, junto a su bolsa de deportes llena de ropa y dolor. Y el patrullar de los de Prosegur, manos a la espalda, importantes... Todo controlado, Hache 1. De acuerdo, Hache 2. No digo yo de maltratar a las tortugas de los cojones, pero seguro que si las mendas votaran, las represalias no se harían esperar de parte del gobierno. ¿O no es una perfecta represalia lo que están haciendo los cerdos de arriba? Un perfecto pogrom contra los pobres, los rojos y los vagos. Los que no les han votado. Aniquilación. Exterminio. Mandad más guardias de Prosegur. Asco de buen tiempo, que fuera no están tan puteados. Y qué bonita queda una tortuga en su ser y en su estar bien de la hostia. Y qué fea una persona abandonada de sí misma, con menos derechos que ese mierda de bicho, ninguneada por una pareja de filonazis que no sabrían buscarse un trabajo de verdad como no fuera en un campo de concentración con un brazalete de la banca. Puta crisis. Puto gobierno. Putas tortugas. Puta metáfora. Puta entrada. La chavala de arriba, estrategia Interviú, como siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario