jueves, 24 de noviembre de 2011

PASABAN CUATRO DÍAS DEL MILAGRO

Y aún no notábamos nada, señor Juez.
Sabíamos que nuestros cuerpos se habían purificado, rectos
Que nuestras bocas aguardaban el beso, anos
Que los bancos habían dispuesto la mesa caníbal,
Pero pasaban cuatro días del milagro
Y seguíamos sin notar nada, señor Juez.
Nuestros hijos iban al colegio, concertados
Nuestros enfermos iban a los hospitales, enfermos
Nuestros parados a sus bares, contentos
Y aguardábamos abiertos como libros de Gala
El imbullo del inculco del milagro,
Pero seguíamos sin notar nada.
Imagínese, señor Juez, con los Mercados tan cerca
Y hasta peor diríamos que antes del milagro...
Entienda usted la unanimidad de incorporarnos y que,
Sacudidas las rodillas,
Le dieran mucho por culo, ahora sí,
A los aurigas de las corbatas como látigos,
Y lo otro, claro está,
el camión de soles y sombras que incautamos el barrio y yo
Para reponernos del susto azul de los cuatro días atrás.
Ingesta ésta que es la gesta
Por la que se nos demanda y manosea con la misma pericia
E injusticia
Que la de usted con los langostinos
Y el destino con los comicios...

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